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En la Hoguera

La congruencia es el nombre del juego… Conforme se acaba el año, nos damos cuenta de que hay una falta de congruencia en este mundo en que vivimos, hay incongruencia en todos lados: en la política de los países y en las decisiones tomadas para revertir las consecuencias negativas de las circunstancias adversas a las que la humanidad se viene enfrentando en los últimos tres años. 

Estamos en una encrucijada, después de dos años de pandemia, es necesario que los trabajadores regresen a trabajar a sus centros de trabajo, es necesario que los restaurantes, bares y centros de venta reabran sus puertas a toda capacidad, sin embargo, el acelerado ascenso de muertes por COVID-19 nos indica que lo más prudente sería volver a restringir los accesos, aunque esto significaría la bancarrota de la mayoría de ellas. 

Pero para esto, se necesitaría que tanto gobernantes como empresarios se reúnan y en una forma consensuada se concilie un reglamento por medio del cual, tanto los gobiernos como los empresarios estén ayudando al combate a las pandemias. 

Eso sería lo congruente entre las necesidades de la población, los prestadores de servicio, vendedores de menudeo y gobernantes, sin embargo, todo mundo emite argumentos llenos de falacias que no contemplan la totalidad del problema, por lo tanto jamás se encontrarán acciones congruentes que resuelvan los problemas de la manera más conveniente. 

Otra de las grandes incongruencias fue el compromiso que se firmó con tratados internacionales en los que acordamos las circunstancias en las que las empresas internacionales podrían trabajar en el país, para luego dar marcha atrás y legislar en contra de lo acordado, lo cual nos condena a pagar cifras multimillonarias en castigo a las empresas que no se les proporcionaron las oportunidades acordadas en los tratados. Hubiera sido mucho más simple revisar los tratados y desde un inicio negarse a firmar lo que se pensara que contradice el interés nacional. 

A todo esto, ¿ya agarraron al “Chueco”? Después de seis meses de cometidos los asesinatos de los jesuitas y de la indignación a nivel mundial por la falta de justicia, aún estamos esperando que la fiscalía del estado nos anuncie que ya tienen preso a Noriel Portillo alias el “Chueco”, quien no solo ha tenido el gozo de la impunidad por espacio de los cinco años del gobierno de Corral, ya tiene más de 12 meses de impunidad del actual gobierno. 

Supuestamente andan detrás del “Chueco” el gobierno federal, el gobierno estatal, la marina, la guardia nacional y hasta el mismísimo ejército y aún no lo pueden arrestar. Hablar de justicia luego es totalmente incongruente, como incongruente es hablar de relaciones exteriores, exigimos una disculpa del pueblo español y solo hemos recibido burlas, pues pedimos las disculpas en español y las pedimos en español. 

Si verdaderamente estamos rechazando todos los beneficios que la conquista nos dejó, tendríamos que haber exigido una disculpa en el idioma Náhuatl, que es el que dominaban nuestros ancestros, resulta incongruente pedir o exigir disculpas en el idioma que nos heredaron con la conquista (aunque muchos dudan que en la Secretaría de Relaciones Exteriores, tengan expertos en Náhuatl). 

Lo mismo nos pasa en el Perú: Alberto Otárola, Presidente del Consejo del gobierno de Dina Boluarte, se manifiesta en contra de las injerencias del ejecutivo mexicano en la política y sucesos del Perú y por tal motivo consideran persona “Non Grata” al embajador mexicano Pablo Monroy, pues concede asilo a la familia del presidente Castillo en nombre de la congruencia. México luego debería expulsar a todos los diplomáticos del Perú en nuestro país y repatriar a todos nuestros diplomáticos de aquel país, el no hacerlo prácticamente indica que si somos culpables de lo que se nos acusa y no nos queda más que aguantarnos el desplante diplomático con el que se nos exhibe a nivel internacional. 

En lo económico es incongruente que se pretenda solucionar la inflación elevando los intereses y peor aún, elevando los sueldos y los beneficios sociales, pues esto seguramente incrementará la misma inflación que se pretende controlar. 

Incongruente también resulta el corregir las corruptelas del INE simplemente con sustituirlo con el INEC, eso solo transmutara los vicios de un órgano al otro y las corruptelas de un organismo al otro. 

Si verdaderamente queremos acabar con la corrupción electoral, tenemos que terminar de tajo con los plurinominales, eliminar completamente el patrocinio del gobierno a los partidos y el mantener un órgano electoral permanente, pues si se homologan y sincronizan todas las elecciones, solo se necesitara un órgano electoral por seis meses cada cuatro o seis años.  

Hasta en los deportes hay incongruencias: eliminamos las reglas que limitaban a cuatro extranjeros por equipo, eliminamos los descensos y esperamos que del cielo nos caigan jugadores mexicanos con suficiente destreza, experiencia y corazón combativo para llegar a las semifinales en los mundiales (Como no sea por la intervención del Espíritu Santo, eso jamás sucederá si eliminamos los filtros que separan a los mejores del montón y menos trayendo entrenadores extranjeros que se dan el lujo de vivir fuera del país, ajenos totalmente a lo que sucede en la liga nacional). 

En fin, esperemos que el seis de enero que nos visiten los reyes magos, traigan mucha congruencia en sus sacos de regalos, porque la necesitamos.