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Empresa deficiente

El verdadero fin del Estado es, pues, la LIBERTAD. Baruch Spinoza, filósofo holandés

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Ya pasó la canícula, pero la estación de verano no, termina en el mes  que en México se denomina el mes de la patria, porque se dice que, gracias a un cura, la Nueva España se sacudió el yugo español, concretamente el 16 de septiembre de 1810; más tarde nacería Benito, un “18 de marzo”, según un patarato de los que abundan en la élite política nacional.

Para empezar, vamos a retroceder en el tiempo hasta el sexenio de Adolfo López Mateos, quien, como Cárdenas, en mala hora estatizó la industria eléctrica, como si este producto industrial también fuera extractivo como el petróleo, el gas o los minerales y ahí tienen, que el Estado mexicano se quedó con la luz eléctrica y la luz económica que genera, hasta la fecha, la empresa de “calidad mundial” conocida como la CFE.

Más pronto que tarde, esta empresa deficiente y estatizada, se convirtió, como Pemex, en un centro de corrupción administrativa y sindical y en un barril sin fondo, cargando un lastre financiero que los contribuyentes mexicas pagan puntualmente con sus impuestos, desde los gobiernos anteriores, sin dejar a un lado este de la 4T, y que seguirán sosteniendo, mientras que el sistema de salud y el educativo no importan a la élite del poder, porque ponen en riesgo su ambición y sus latrocinios.

¿Por qué este producto industrial que requiere de grandes inversiones y maquinaria especializada para generar electricidad, sigue en manos del Estado? Como decía aquel actor ya fallecido “Pos nomáaas”.

Los que saben cómo manejar una industria eléctrica, dicen que los rubros más importantes de este tipo de empresas, son la transmisión y distribución del fluido eléctrico, pero que la estatal, o sus gobernantes, no lo quieren entender y día con día, semana tras semana, mes con mes y año con año, le siguen invirtiendo monstruosas cantidades de dinero, pero sin ningún beneficio para la nación mexicana. ¡Lástima! No le agregamos lo de Margarito, para no regarla. 

No nos queda a los contribuyentes aztecas más que seguir soportando a su empresa eléctrica de “calidad mundial”, cuyas deficiencias están a la orden del día, que perjudican severamente, tanto a los hogares mexicanos como a la industria nacional, quizá para no desamparar a Pemex y seguirle comprando combustóleos de pésima calidad y altamente contaminantes.

 A seguir fortaleciendo al Estado con más empresas, para darles a los gobernantes demagogos, primero, riqueza, luego, materia prima para su retórica populista, porque lo que realmente les importa a estos demagogos populistas, ratas, pillos, sinvergüenzas y zánganos, es la sacrosanta soberanía nacional, más que la honra de sus mujeres, así viva en la pobreza y en la miseria el pueblo de México, al que tanto dicen defender. Vale.