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El súper negocio del socialismo

Marcos Barraza Urquidi.- Frecuentemente escuchamos que la mayor parte de la riqueza del mundo está en unas cuantas familias y algunos se atreven a decir cuáles son estas familias. Lo que muy pocos hablan es: ¿Cómo hicieron esas gigantescas fortunas?

Hay un dicho muy viejo que dice: “SI quieres llegar al fondo de las cosas, ¡Sigue el camino del dinero!” Una empresa exitosa no lo es por mucho tiempo porque luego le aparece la competencia y sus utilidades bajan. ¿Pero qué pasa si se evita la competencia? Las empresas mantendrán su nivel de utilidades altas y si además de evitar la competencia te apropias de todas las empresas, pues te volverás inmensamente rico.

¡Bien! Pues esa es la historia del socialismo: Llegan a un país, se roban las tierras, los negocios, las fábricas, los tesoros, esclavizan a la gente y felices se ponen a enriquecerse sin límite.

¡No es cierto! Ellos luchan por los pobres, por la igualdad, por la justicia social, lo que pasa es que eres un “#$%& burgués, pirrurris, fifí, explotador, capitalista salvaje…

Vamos a ver un caso práctico. Viajemos al 1 de marzo 1887. Aleksander Uliánov y su grupo conspirador intentaron volar el tren del zar. Su plan fracasó. Fueron arrestados, juzgados y condenados a muerte. Un detallito insignificante es que el tal Uliánov era hermano de Lenin.

¿Quiénes eran estos angelitos? Eran socialistas nihilistas que rechazaban las instituciones y normas tradicionales y abogaba por la destrucción de la sociedad existente para construir una nueva basada en principios más igualitarios y justos.

Otro detalle a considerar era que los judíos se mantenían aislados de la sociedad rusa, mantenían su forma de vida y generaban sospechas entre el pueblo ruso. Esto llevó a que hubiera “Pogromos”, esto es, ataques violentos contra esta comunidad, además de que existían leyes sobre sus lugares de residencia y segregación, limitando en algunas ocasiones sus derechos políticos y civiles; sin embargo, la enorme riqueza de la Rusia zarista era un imán que atraía a los judíos de todo el mundo a estas tierras.

Esta situación llevó a los judíos a formar o adherirse a asociaciones secretas y conspirativas para evitar la acción del gobierno sobre ellos, tales como la masonería y otras más radicales, algunas de ellas activas aún.

En 1916 se celebró en Nueva York un Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas, alentadas e inspiradas por inteligentes judíos. El magnate judío-americano Jacobo Schjff era uno de los que costeaba los gastos de estos trabajos políticos; ayudaba particularmente a León Trotsky, también judío. Otros banqueros judíos, tales como Kuhn Loeb, Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef Asxhberg, daban también su ayuda económica desde Nueva York.

El destino del mundo estaba entre el capitalismo y el marxismo y los banqueros judíos querían tener ases en las dos corrientes. Vivían en Nueva York, la capital del capitalismo, pero financiaban al comunismo, lo cual era y es un negocio redondo.

Las guerras y revoluciones requieren mucho dinero. Lenin y Trosky no eran adinerados, así que recurrieron a estos magnates neoyorquinos, pero nada es gratis y menos en préstamos de alto riesgo como suele ser una revolución.

La revolución tuvo éxito y se robaron todo: tierras, comercios, fábricas, reservas, esclavizaron a la gente, pero también se vengaron todo lo que quisieron. Una de las venganzas más vergonzosas fue la prisión y asesinato de la familia real. Después de ser humillados de todas formas se les fusiló, luego sus cuerpos fueron perforados con bayonetazos y sus cuerpos fueron llevados al campo donde se les roció con ácido y finalmente se les quemó.

Yurovsky, un comandante judío socialista, junto con 12 soldados, de los cuales solamente dos eran rusos (los demás judíos y letones), fueron los ejecutores. Su odio no conocía límites. Se mostraba el socialismo como ladrón, asesino y cobarde, características que ya tenían y que seguirían mostrando en todas sus aventuras militares y políticas en el mundo.

El socialismo resultó el gran negocio para los líderes y la muerte y pobreza para los pueblos que cayeron en sus garras.

¡No es cierto! Ellos luchan por los pobres, por la igualdad, por la justicia social, lo que pasa es que eres un “#$%& burgués, pirrurris, fifí, explotador, capitalista salvaje…

Ahora la pregunta es: ¿a dónde fue esa riqueza? Pues fue directamente a las arcas de los patrocinadores y ejecutores de la revolución, negocio perfecto y súper lucrativo. El negocio funcionó y lo replicaron en todos los países que pudieron. En China el genocidio fue tremendo, asesinaron a más de cien millones de disidentes, claro, su enorme maquinaria publicitaria los ponía como redentores y benefactores de la humanidad.

Con la caída del Muro de Berlín quedó manifiesto que el socialismo había sido un fracaso en lo político, en lo social y en lo económico. ¡Claro, esto fue para la población!, porque los dirigentes y patrocinadores lograron una fortuna inmensa.

Había que reciclarse ya que los cuentos de la redención del proletariado nadie se lo creía y buscaron “causas” que redimir, víctimas que salvar y las encontraron. La primera, el feminismo, y ahora la lucha no sería entre proletario y el malvado burgués, sino entre la mujer y el malvado macho patriarcal y esclavizador de la mujer, pero también entre el normal y el homosexual. Había que liberarlo de la discriminación del malvado heterosexual, a los niños había que salvarlos de sus padres, de la naturaleza de sus depredadores y con estas banderas y los miles de millones ganados en sus conquistas se lanzaron a reconquistar el mundo.

En Latinoamérica, convocados por los sátrapas de Lula y Castro, formaron el Foro de Sao Paulo para crear la nueva izquierda y la primera víctima de esta nueva etapa fue uno de los países más ricos de Latinoamérica: Venezuela, que por los años setenta tuvo el PIB per cápita más alto del mundo. Se robaron todo, esclavizaron a la gente y siguen ordeñando la vaca del petróleo mientras la gente busca comida en los botes de basura.

Ya estaban en Argentina, otro país muy rico. Les repitieron la receta, ahora más brutal. En México habían tenido su primer éxito del siglo XX bajo Porfirio Díaz. México había generado una gran riqueza, esta fue una gran tentación para los magnates del socialismo, quienes sin piedad le organizaron una revolución a través de mercenarios como Garibaldi, Villa y Orozco.

La historia de México se ha repetido varias veces con una nueva modalidad. Lo dejan generar riqueza y luego se la confiscan. Los últimos ciclos fueron los 12 años de “milagro mexicano” durante 1958 a 1970, luego vendrían los robos descarados de Echeverría y López Portillo (1970-1982) al servicio de los banqueros socialistas.

Luego dejarían descansar y recuperar al paciente, quien tendría una época de gran crecimiento económico del 2000 al 2012 para regresar a ordeñar al país en el 2018 con el “redentor” de Macuspana. Aún hay mucha riqueza en México y el gran capital socialista-izquierdoso apoyará a sus esbirros para quedarse con la riqueza del país. No hay remedio, ellos tienen el poder mundial político y económico.

Así que señores, preparen a sus hijos, nietos y biznietos a vivir la pobreza franciscana y la obediencia absoluta. Estos izquierdosos vienen por su dinero, su vida y sus ilusiones.