Nos encontramos en un tiempo donde convivimos y participamos en la destrucción del respeto y de los principios que toda ética exigen, el ejercicio político oscurece las metas por lo que los caminos son desconocidos por la sociedad civil.
Se hacen y se deshacen políticas públicas sin discreción, mirarlas en profundidad causa la indiferencia por no saber de qué se trata, la tarea es difícil cuando se tiene un mando cuya razón es única y en donde se acepta lo que tenga que venir.
La identidad social queda fragmentada en el constante desaseo político de los protagonistas, independientemente del partido político de que se trate. Es una víctima más de la corrupción que alcanza ideas y acciones sin realizar.
El sentido político en la vida cotidiana está en su máxima expresión, todo mundo cree que sabe lo que no conoce, desde aquel origen del huachicol asesino al inicio de este sexenio hasta informes falsos del caso Ayotzinapa.
La sociedad merece vivir una vida en paz, sin mentiras ni pleitos entre oficialistas y opositores, es la democracia la que habla para describir escenarios verdaderos de lo que se busca, manipularla hace retroceder el tiempo algunas décadas.
Hace tiempo la democracia dirigida se posicionó sin pleitos que no fueran aquellos parlamentarios en tribuna, se debatía el rumbo de un mejor país, repartiendo el poder entre propios y extraños, hoy se observa lo mismo pero sin repartir nada a nadie.
El poder se ejerce apasionadamente con base en solo algunos pocos, no importan las instituciones, los proyectos sociales y mucho menos la planeación de un mejor desarrollo que abarque dimensiones sociales de gran cobertura.
El ambiente es de confusión y egoísmo, si los protagonistas no saben lo que quieren, menos una sociedad que está en manos de ellos, la influencia de las redes sociales enaltecen las diferencias al igual que los discursos, cuya palabra es lejana a la realidad de aquello que no se logra concluir en el corto y mediano plazo.
El sentido político en la vida social es de un impacto diario ante los acontecimientos que aparecen y desaparecen constantemente, así el Rey del cash, la rifa del avión sin avión, el Juárez Bus que en la radio anuncian pero nunca inicia y una torre centinela que acumula gasto sin colocar algún ladrillo.
Sin embargo, la sociedad no se cansa, espera ansiosamente la próxima elección para castigar ese pasado o presente que le abruma, su voto no depende de su voluntad, viene de una inteligencia superior que le ayudará a encontrar sentido a su propia vida personal.
