Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Javier Corral siente ya pasos en la azotea. Muchos no se explican para qué diablos quiere un amparo contra todo y contra todos.
O será que tiene un delirio –en este caso de persecución– y su conciencia y culpa que no lo dejan dormir.
Nada da más vergüenza que desear un mal al prójimo, sea quien sea, pero para muchos, en cuanto a lo que le atribuyen al corazón y al cerebro, no les permite dilucidar si ese ser es o no humano.
Porque lo que hizo en su quinquenio fue tan malvado, retorcido y tan depravado, que lleva a considerar su falta de humanidad.
Javier Corral tendrá que aprender a vivir con sus errores, pasiones y maldades que le roban su paz interior.
Más temprano que tarde pagará por sus deleznables acciones, cuando tenía la oportunidad de congraciarse con el estado y dejar una buena huella en la historia de Chihuahua, pero traicionó al pueblo chihuahuense que le depositó toda su confianza y su apoyo.
Deberá vivir con ese repudio popular, pero también, más pronto que tarde, deberá pagar por sus crímenes. Él lo sabe que la justicia lo persigue para que pague.
Ni nada de más. Ni nada de menos.
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