Inicio AVANZA SIN TRANZA El presidente López Obrador viola las reglas que no le ayudan

El presidente López Obrador viola las reglas que no le ayudan

¿De qué sirve el escribir “cartillas morales”, nuevas reglas en tratados y manuales de conducta, si sabemos ciertamente que la codicia, la cobardía, el mal temperamento y la vanidad evitarán que el presidente las mantenga?

Daniel Valles.- El delito de violación sexual de un ser humano por otro es perseguido por ley. Es un delito execrable, asqueroso, vil, sucio, rastrero. El violar las reglas establecidas es un tipo de violación que no merece la misma condenación que la violación a un ser humano. ¿Por qué? No lo “sé”.

No hay una razón, pero una violación de algo o de alguien es eso, una violación, sea sexual o situacional, legal, etc. El hecho de que la violación de una regla, a diferencia de la sexual, no implique un daño físico inmediato, no quiere decir que no la hay. Eso se verá con lo que la violación de la regla produzca en el futuro.

Las violaciones a las reglas pueden ser de graves consecuencias. La violación sexual o el violar las reglas, ambas representan un crimen y son un acto de corrupción. Eso no tienen la menor duda.

La violación física, sexual, es denunciada frecuentemente. Y quien comete el acto es llevado a proceso. Creo que es de los pocos delitos que no permanecen impunes. No tengo evidencia de ello, solo las notas periodísticas que se publican en los periódicos mexicanos y que se comentan en radio y televisión cuando suceden.

Por el contrario, la violación a las reglas, de todo tipo de ellas, permanece casi siempre en la más completa impunidad. Y ya sabemos que ésta, la impunidad, es la hermana gemela de la corrupción. Alienta a la persona corrupta a violar la norma, la ley, los acuerdos, una y otra y otra vez. Al fin, nada sucede.

No hay delito que perseguir cuando se viola una regla. La persona que se hace un violador de reglas, normas o acuerdos, es sin duda una persona corrupta.

Cabe decir que con la persona corrupta pasa lo mismo que con la persona que es adicta a alguna droga. Todas las personas saben que es adicta, menos la persona adicta. Entonces, todos saben quién es una persona corrupta, pero ésta no se considera así, corrupta. No lo reconoce, no quiere saberlo. Es el caso de ya saben quién, del presiente de la república que viola las reglas constantemente.

Andrés Manuel López Obrador es presidente de la república desde el 1 de diciembre de 2018. Hasta la fecha, le han contabilizado, con pruebas y evidencias, más de 23 mil mentiras, 80 en promedio diariamente y durante sus conferencias de prensa que duran no más de dos horas. Podría ser un récord mexicano y mundial.

Ahora bien, en cuanto a la violación de reglas, solo abarcan las de esta etapa electoral en que estamos y ya le han contado 13 quejas por presunta intromisión en el proceso electoral debido a sus expresiones político-electorales en las conferencias de prensa mañaneras. La ley le prohíbe involucrarse, hay reglas, normas.

Parece que la debilidad del presidente es esa, entrometerse donde nada debe de andar haciendo. Que lo haga, no se puede evitar. Pero como los anteriores presidentes que, por supuesto se han entrometido en las elecciones, lo que no es justificable y sí condenable.

La intromisión de ellos, no ha sido pública. Tampoco en actos de gobierno. Habrá quien diga que es mejor hacerlo a la vista de todos que en lo privado, lo que no le quita que sea una violación, solamente que en público es con todo descaro, a lo dictatorial, a lo me valen todos ustedes y sus instituciones. Al diablo con ellas.

Lo que demuestra un carácter invectivo con total falta de dominio propio y de una gran incapacidad para gobernar.

Si lo hace de manera premeditada, sería mucho más pernicioso porque es evidente que le gana la emoción, el hígado y la costumbre de estar por más de dos décadas haciendo campaña política.

Está peor que Vicente Fox, a quien llamo desde 2005, “El Memo”. Magnífico candidato, muy mal presidente. Le escribí un artículo titulado así ese mismo año.

Referente al actual presidente, de acuerdo con el registro que lleva la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral del organismo autónomo, de esas 13 quejas, cuatro fueron en 2020 y nueve han sido presentadas este 2021.

Del total de las quejas, cuatro recibieron medidas cautelares, dos han sido desechadas por no encontrar violación a la norma, cinco en trámite y dos han sido remitidas a la Sala Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para su resolución.

Una evidencia de lo anterior se presentó, de acuerdo a la nota periodística publicada por El Universal, el lunes 3 de mayo de 2021. “Hace tres días, cuando se cancelaron las candidaturas de Guerrero y Michoacán, pedía a la población tener esperanza y aguantar, es decir, se comportó como un candidato, básicamente dijo: ‘Nos están robando la elección y yo les pido que mantengamos el ánimo porque la lucha sigue’. Esto viola no solo la Constitución, sino su propio acuerdo por la democracia”.

La regla, la norma fue violada por el presidente a la vista de todos. Ante la opinión pública. Y como toda persona que viola algo, después viene la disculpa para tratar de corregir la falla moral. “Es mi derecho a la libertad de expresión”, dice el presidente.

Bueno, usted y yo tenemos derecho al libre tránsito y no por eso nos “volamos” todos los semáforos que nos tocan en luz roja cuando conducimos nuestro automóvil violando las reglas de tránsito, ¿o no? Respetamos la ley, la regla.

Entonces, ¿de qué sirve el escribir “cartillas morales”, nuevas reglas en tratados y manuales de conducta, si sabemos ciertamente que la codicia, la cobardía, el mal temperamento y la vanidad evitarán que el presidente las mantenga?

No cumplir las reglas sin duda es un fracaso moral. La corrupción no es delito, es una conducta moral fallida. Es un abuso del poder, que es lo que vemos a diario en el presidente en público y con una arrogancia y una desfachatez que asusta.

Lo peor, establece el contraejemplo para los directores, jefes y secretarios que tiene este gobierno que por lo mismo llamaré, de la “retrotransformacion”.

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP