Inicio Perspectiva El Papa y las uniones civiles homosexuales

El Papa y las uniones civiles homosexuales

Padre Eduardo Hayen.- El miércoles 21 de octubre salió a la luz pública, en el Festival de Cine de Roma, un documental del cineasta ruso Evgeny Afineevsky sobre la vida y el ministerio del Papa Francisco.

El pontífice, al ser entrevistado sobre algunas cuestiones sociales, declaró lo siguiente: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia. Son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso”. “Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente”.

Era de esperarse que sus palabras levantaran polvareda mundial y una gran difusión en la prensa progresista, lo que puede, indudablemente, crear confusión en muchos católicos.

La primera parte de su declaración es realmente pastoral. Varias veces he escuchado el testimonio de personas con tendencia homosexual que fueron discriminadas y maltratadas por su familia; he visto llorar a hijos que fueron echados de sus casas o que sufrieron todo tipo de vejaciones por parte de sus hermanos por el hecho de su inclinación sexual. Son vidas con un sufrimiento muy profundo.

Incluso en esos ambientes de vida LGBT se escucha decir a ellos mismos que están condenados, que así nacieron y que sus vidas están irremediablemente perdidas, algo que es absolutamente falso y que la Iglesia no enseña.

Las palabras de Francisco son de gran aliento para ellos porque les dice una gran verdad: “son hijos de Dios, tienen derecho a una familia”. Es lo que el mismo Catecismo de la Iglesia dice: “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta” (n. 2358).

Estas palabras del Catecismo me recuerdan a muchas madres y padres de familia que, con gran amor y comprensión, acogen a sus hijos más allá de sus instintos sexuales y no dejan de quererlos, por el hecho de que son sus hijos. Se trata de padres de familia que aceptan a sus hijos reconociendo su dignidad de personas, pero que les ayudan a evitar los actos homosexuales y los acompañan en un camino de recuperación.

Es más delicada la segunda parte de la declaración del Papa sobre hacer una ley de convivencia civil para personas homosexuales. Desde que era cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio se había manifestado a favor del reconocimiento legal de las uniones civiles para parejas del mismo sexo.

Pero se oponía radicalmente a cualquier intento de redefinir el matrimonio. Veía ese reconocimiento como un contrato cívico y legal que no afectaba al matrimonio y, en cambio, garantizaba ciertos privilegios, pero no el derecho a la adopción de niños.

De hecho escribió una carta de enérgica protesta a Mauricio Macri, entonces alcalde de Buenos Aires, cuando éste no rechazó el intento de un juez de autorizar el “matrimonio” de una pareja homosexual.

Nos queda claro que el Papa Francisco es un defensor del matrimonio y de la familia basada en la relación de hombre y mujer, así como un defensor del derecho de los niños a tener padre y madre. Sus declaraciones en este documental no cambian la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad ni son contrarias a la santidad del matrimonio.

¿Entonces por qué Francisco está a favor de que las parejas del mismo sexo obtengan un contrato de derechos y deberes que no es el matrimonio? En 2010, ante el pleno del episcopado argentino, el cardenal Bergoglio instó a todos los obispos a adoptar el concepto de uniones civiles, siempre y cuando el matrimonio quedara intacto.

Les advirtió que si optaban simplemente por oponerse a la ley, sin ofrecer alternativas que plantearan derechos civiles para personas homosexuales, caerían en el juego del presidente Kirchner quien, en efecto, tenía como estrategia polarizar al país en torno al tema. Con una sociedad polarizada era más probable la aprobación del matrimonio homosexual. Y fue justamente lo que ocurrió.

Una unión civil de personas no es exclusiva para homosexuales, ni se asemeja a un matrimonio. Es un tipo de sociedad en donde dos o más personas que viven juntas comparten beneficios como la herencia, seguro médico o el derecho a la pensión. Estas personas bien pueden ser una tía con su sobrino, o dos hermanas, o dos amigos, o el abuelo y el nieto.

Y si algo llegara a ocurrir durante las noches en las vidas de estas personas, si ellas se quisieran tratar como pareja, eso ya sería un asunto privado perteneciente al ámbito de sus conciencias. Son a estas sociedades civiles a las que se refiere el Papa y donde podrían caber las parejas homosexuales.

La última razón por la que el Santo Padre ha hecho esas declaraciones, a mi juicio, es porque uno de sus ideales es contribuir para formar un mundo donde todos se sientan integrados, lo que no significa que el cristiano acepte como bueno todo lo que el mundo le ofrece, ni que todas las religiones tengan el mismo valor. El relativismo moral y religioso no entra en la óptica de Francisco. En cambio, la integración de las periferias existenciales en una cultura del encuentro y de la escucha es fundamental para la paz.

Artículo anterior¡Vaya lío que armó el Papa!
Artículo siguiente¿Cómo se transforman los viajes luego de una pandemia mundial?