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El negocio de las drogas

Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca.- El gobierno que encabeza el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha sido el más polémico del que se tenga memoria, por la diversidad de los temas que trata cada mañana ante los periodistas que acuden desde la madrugada a Palacio Nacional en la Ciudad de México.

Ya con este detalle, el presidente abre las puertas para la libertad de expresión, pues por fuentes de los periodistas juarenses que han acudido a México, han sido testigos y dan fe de ello, participando sin ningún candado o censura sobre las preguntas o denuncias que se efectúan en esa fase de la comunicación abierta y transmitida a toda la nación y al mundo entero.

Gracias a esa apertura, la ciudadanía en general, hemos tenido acceso a información privilegiada sobre todo lo que acontece en las diversas dependencias federales que administran los bienes del pueblo, incluyendo los ingresos y egresos de la federación en obra pública y apoyo a los más vulnerables. También lo relacionado con temas de corrupción adquirida en el combate al narcotráfico y seguridad pública en general.

En este tema, el presidente ha sido determinante en que se debe combatir desde la raíz el consumo de las drogas, pues es lo que genera la existencia del narcotráfico. La niñez y la juventud son las víctimas principales porque son presa fácil de los “puchadores” de la droga, que están en todas partes. Coincido con el presidente en que la manera más efectiva para combatir el narcotráfico no es la legalización, sino la prevención y aplicación de programas efectivos de concientización.

El escandaloso caso del juicio contra Genaro García Luna en Nueva York, nos indica la increíble suma de miles de millones dólares que genera el crimen organizado vendiendo sustancias adictivas. Tan solo los miles de millones que pagan a las autoridades de todos los niveles para operar impunemente ¡en el mundo! No solo en México. Es evidente que tanto las autoridades mexicanas como las norteamericanas son cómplices de los criminales de alto impacto.

Por tal motivo, se complica demasiado el ¿cómo enfrentar el grave problema que convierte en asesinos a los narcotraficantes y lavadores de dinero?, pues para algunos se requiere la fuerza policiaca con licencia para matar, para que sin compasión enfrenten a los delincuentes. Proponen penas mayores para detener la propagación de drogas, inclusive la inclusión en la Constitución de la pena de muerte.

Creo que ningún gobierno de Estados Unidos ha enfrentado como México a los narcotraficantes. Nunca se han dado a conocer quiénes le compran en cantidades exorbitantes a los Arellano Félix, a Mayo Zambada, al Chapo Guzmán, al Señor de los Cielos, tan solo por dar unos ejemplos. ¿Dónde están y cómo se llaman los capos norteamericanos y extranjeros de Europa? ¿A dónde llegan los cargamentos de cocaína, cristal, metanfetaminas, fentanilo, marihuana etc.?

Por eso es gigante el problema del combate al narcotráfico. Puedo afirmar que es imposible erradicarlo por décadas, ya que se establecieron bajo la sumisión de los gobiernos de los países en el continente americano. Lo más grave es que el pueblo “que es el que manda”, según la Constitución, es quien ha dado su consentimiento para que sigan operando, porque la educación proviene de la familia.

El día que reconozcamos nuestros errores dejaremos de culpar a los demás del fracaso en este tema tan escabroso. ¿Cuántos hogares tienen problemas de drogadicción de uno o varios elementos de su familia? ¿Cuántos papás no saben qué hacer con sus hijos drogadictos? ¿Cuántos adictos piden ayuda profesional? Aunado a que el Estado como tal, no aporta lo que percibe de los impuestos del cigarro y de la cervezas y bebidas embriagantes para impulsar programas efectivos, así como la desintoxicación y orientación profesional.

Los consumidores de drogas y alcohol están en todas partes y encuentran sus productos de manera muy fácil e inmediata en cualquier parte, en la calle, frente a las tiendas de autoservicio, en los antros, frente a las escuelas, en las esquinas de los cruceros. Pero las autoridades “no lo saben” o simplemente se hacen de la vista corta. Las denuncias de “picaderos” abundan, pero se “arreglan con dinero”.

El juicio contra Genaro García Luna es un ejemplo de corrupción en la más alta esfera del gobierno mexicano, imposible creer que el expresidente Felipe Calderón lo ignoraba, porque es el que dio la orden para enfrentar a los criminales en una guerra sin definición, ni diagnosticada correctamente, por eso se presume su alianza con el Chapo Guzmán, tema que seguiré desarrollando en mis posteriores artículos.