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El Marro

Frente al vicio y el crimen, el Estado no debe tener más que una actitud y es la guerra. Alberto Masferrer, filósofo salvadoreño

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- La pandemia trastocó toda actividad humana; se incluyen las reuniones familiares, así que violando flagrantemente toda indicación sanitaria, toda la familia (bueno una parte), se reunió en conocido tragadero, porque la ocasión lo ameritaba; cuando reaccionamos, ya eran las primeras horas de la tarde, se rompió la taza y cada quien para su casa, al tedio, a la holganza, para que se infle la panza.

Así que… aturdidos por el calor, haciendo de tripas corazón, nos pusimos a teclear, letra por letra, estos párrafos, aclarándoles a aquellos que nunca en su vida han trabajado, que un marro es una especie de martillo pesado de mango largo, que sirve para quebrar piedra o reventar banquetas de concreto, entre otras muchas cosas dentro de la industria.

Pero no nos vamos a referir a esa especie de marro, no, sino al delincuente, asesino y vulgar ladrón que hace días fue aprehendido por el Ejército Mexicano, cuyo nombre de pila es José Antonio Yepes Ortiz (a) “El Marro”, quien con su chulada de familia, asoló el estado de Guanajuato, por más de una década, a ciencia y paciencia de las HHHH Autoridades de este país, que no hallaban cómo detener a este vulgar huachicolero y narcotraficante, por temor a que, si se usaba la violencia, se incomodara el inquilino de Palacio (abrazos no balazos) o el mamotreto ese de los derechos humanos.

Los guanajuatenses ya pueden dormir en paz; solo cabe esperar a que algún juez, de esos que son muy celosos de su deber y que les gusta el dinero, de buenas a primeras lo vaya a soltar del penal de “alta seguridad” donde está recluido este asqueroso “Marro”, alegando que la averiguación se integró mal, libertad que será mejor que la de Lozoya, pues a éste de perdis le pusieron una pulsera atómica quien sabe dónde, para monitorear su estadía en el hogar. ¿Será?

Ahora el nuevo problema es quién suplirá al tristemente célebre “Marro”: ¿Su mamá? ¿Su papá? ¿Su hermana? ¿Los tres juntos? ¡Se valen apuestas! No olvidemos que cuando cae un capo o un vulgar ladrón como el de marras, hay cuatro o cinco de sus achichincles que quieren suplirlo.

Y allí es donde las autoridades fallan, donde se les duerme el gallo, pues cuando van a detener a un cabecilla de esta ralea, ya deben tener ubicados a los probables sucesores y sobre ellos, aparte de confiscarles a estos delincuentes de cuello bajo, al grito de ¡ya!, las grandes cantidades de dinero que almacenan y que es donde más les duele. Solamente Chayito está olvidá. Sea por Dios. Vale.

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