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El eterno traidor

Jaime Herrera es un paria, rechazado por la sociedad, y eso le duele profundo, porque su ambición era tener, nunca ser, y el tener lo obsesionaba para codearse con los ricos

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Mis fuentes nutren. Resulta que Jaime Herrera Corral, en su afán de poder, le dio 20 millones de pesos a los candidatos del PRD. ¿De dónde? Usó un camino que había construido en su doble papel de empleado en dos instituciones, de una pasaba cientos de millones a la otra por unos días para cobrar intereses y quedarse con ellos.

Usando esa mala praxis desvió 20 millones para darles dinero a los candidatos del PRD a costillas de Hacienda, claro que después se limpió o quiso hacerlo, diciendo: me ordenaron en privado. Nadie en su sano juicio obedece órdenes en privado y comete un delito que lo privaría de su libertad, pero a Corral le importaba la venganza y decidió que el sapo tenía chance de ser príncipe.

Los dos fracasaron. Jaime creía que no pasaba nada, en la organización que le dio cobijo al jubilarse, pero la confianza en él mermaba y lo veían con recelo; ya tenían planes de echarlo fuera. El asunto se resuelve solamente cuando Sergio Segovia logra que la empresa consiga su objetivo de ser banco, pero en la CNBV les sugieren o imponen la obligatoria salida de Jaime Herrera por los antecedentes y mala fama que dejó al salir jubilado de FIRA; por cierto, allá dicen que varios enfrentaron las observaciones de las que Herrera los culpó.

Lo cual encajaba, pues había llegado, recién jubilado, ¡¡con 25 millones!! Que no se entienden en un funcionario de medio pelo en FIRA. Decía que de un rancho de aguacate, pero eran unos cuanto árboles mal cuidados y no alcanzaba ni para llamarlo rancho. Finalmente fue echado de la empresa, aunque sus fechorías se irían conociendo, como ahora, a cuentagotas.

La conversión de Unión a Banco fue un logro de Sergio Segovia y de ahí nació el odio de Herrera Corral a su antiguo amigo, a quien incluso pretendió encarcelar con ayuda de Javier Corral, para obligarlo a hacer una declaración patrimonial a Duarte y luego entregarla a su nuevo amo. Segovia se negó y eso impidió una pequeñísima parte de la traición.

Otra de las fechorías, ya no vive quien me lo confesó apenado, porque usaba tiempo de mi programa de noticias para ayudar al traidor que creía su amigo, y esa traición consistió en usar a mi amigo (MHS), que en paz descanse, para meterse un par de veces al cuarto de guerra de las campañas de amigos mutuos y luego el sapo le llevó la información a la competencia; así de traicionero.

Todas las personas con las que he conversado me han garantizado que Sergio Segovia fue un leal servidor de la institución que le dio empleo y confianza y se jubiló bien y en paz. En cambio, ahora Jaime Herrera es un paria, rechazado por la sociedad, y eso le duele profundo, porque su ambición era tener, nunca ser, y el tener lo obsesionaba para codearse con los ricos. Lo logró, pero no entró en esa élite social. Solo tiene dinero; es tan pobre que solo eso tiene: dinero.

Ahora no tiene amigos ni la confianza de nadie, ni la volverá a tener, creo que hasta duda de sí mismo. Mañana hay más. Paciencia. La historia de su carrera de bandido apenas empieza.