Dr. Fernando de Jesús Hernández Estrada.- Los niños poseen un sorprendente espíritu de aventura, deseo por explorar y los objetos más insignificantes representan para ellos una permanente oportunidad para elaborar fantasías propicias y así desarrollar el juego y con ello, logran incrementar el proceso de maduración cerebral. A esta característica de la niñez, la adolescencia y la juventud se le conoce en el medio de las neurociencias como navegación espacial. Se trata de la facultad cerebral de ubicarse, orientarse y determinar las dimensiones, características y una impresión momentánea de condiciones de riesgo u oportunidades del sitio al que se accede y las relaciones detectadas con el medio en el que se encuentran todos sus elementos.
También los animales cuentan con esta capacidad y como ellos, está más desarrollada en los cachorros y se va perdiendo al paso del tiempo; es un mecanismo de auto-conservación relacionado con la cualidad exploratoria que describimos. Esta aptitud cerebral se ubica en un sitio del cerebro llamado Hipocampo (Derivado de su forma, que es similar a un caballito de mar), donde también residen emociones, memoria y comportamiento. Anteriormente se creía que las exigencias del medio, las normas sociales y la disciplina adulto-céntrica iban debilitando esta capacidad de imaginar mundos maravillosos a los cuales se podía acceder con facilidad y que el paso del tiempo convertía a las personas en sujetos con cierta dosis de amargura, sin espíritu de aventura, dedicados solamente a narrar eventos pretéritos.
La creencia generalizada de que en la edad adulta desaparecen estas capacidades progresivamente conforme se envejece y los adultos mayores prefieren quedarse en sus casas simplemente por falta de vigor, se demostró en reciente investigación que la capacidad de navegar espacialmente es una de las primeras habilidades cognitivas que las personas pierden cuando suman más años. Un artículo de la revista JNeurosci describe que ocurre deterioro cognitivo, debido a una “saturación” de actividad en el hipocampo.
En la investigación descrita, participaron adultos jóvenes y adultos mayores, sin problemas cognitivos, por medio de un programa de realidad virtual se les pidió que aprendieran el diseño de una ciudad. Los participantes calcularon la ubicación de diferentes lugares de interés mientras se medía su actividad cerebral por medio de las imágenes por resonancia magnética. En los adultos más jóvenes, la actividad del hipocampo disminuye cuando el cerebro “se familiariza” con el sitio y aumenta la actividad en otras áreas de navegación. Ese patrón cerebral no se ve en adultos mayores, lo que significa que sus cerebros tenían problemas para inhibir la actividad del hipocampo, generando señales cerebrales caóticas con más problemas para ubicarse espacialmente.
Estos datos abren un camino de tratamiento que debería buscar la reducción de la actividad del hipocampo, disminuyendo el stress y la incertidumbre que producen los lugares nuevos, para que, de este modo se pueda mejorar la vida de los adultos mayores. Si bien, en este momento no se tienen los conocimientos tecnológicos necesarios para corregir esta situación, pero resulta de importancia para las personas mayores, los trabajadores de la salud, los cuidadores de ancianos o los familiares, deben tener presente que la resistencia a salir que muchos ancianos presentan, no es solamente un comportamiento negativo, de capricho o una manifestación de depresión, sino que sus habilidades cognitivas ya no son las mismas y se encontrarán con frecuencia en un estado de alarma.