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El ejercicio de la función pública

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El ejercicio de la función pública

Jorge Quintana.- Estamos a pocos meses de la elección de gobernantes, de diputados federales y locales, de integrantes de los ayuntamientos en el estado, y es propicio hacer un alto en el devenir de la vida política estatal para reflexionar sobre las principales encomiendas que habrán de cumplir, aquellos y aquellas que resulten triunfadores del proceso electoral.

Es común, que, cuando hablamos de la función que deberán desempeñar, expresemos los rezagos y pendientes en la infraestructura pública, en lo que deberá hacerse para nuestras ciudades y estado: pero olvidamos que estamos eligiendo a quienes trabajarán para gobernar a ciudadanos, hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes, familias, con problemas y expectativas de vida particulares, a veces, cuando no las más, muy alejadas de la concepción de quienes aspiran a gobernarnos.

Hoy necesitamos reflexionar sobre el verdadero significado de la tarea de legislar, gobernar, administrar la función pública. Porque elegiremos a quienes nos garanticen que su actuar estará normado por la honestidad, la trasparencia y honrarán la responsabilidad que les otorgue la comunidad, con su desempeño siempre humilde, respetando el marco legal que nos rige y sobre todo, con plena conciencia de que son mandatarios, representantes de la sociedad a quien deben cuidar y proteger, a la que deberán rendir cuentas.

Pareciere que mientras más se desarrolla la sociedad, mientras más avanza la comunidad, menos conciencia de la función de gobernar es evidente. Quienes ejercen labores de gobierno, cada día están más lejos de su responsabilidad y más cerca del culto a la personalidad, al egoísmo y a la fatuidad del escaparate público.

Gobernar, legislar, colaborar en la función pública es el más alto honor que un ciudadano puede tener en su vida comunitaria.

Responder a los requerimientos de sus conciudadanos, debe ser el principal motivo de su actividad. Pero hagamos una evaluación de quienes hoy desempeñan cargos públicos y serán pocos los que se distinguen por cumplir la tarea con solvencia y eficiencia.

El estado que guarda la economía nacional, la triste realidad de las finanzas públicas, da cuenta de la pobreza de resultados en la tarea política.

La crisis sanitaria está mostrando el verdadero rostro, la nula capacidad de gestión de quienes tienen en sus manos la política de salud; honesto es entonces que quienes no dan resultados renuncien, pues están faltando al deber moral para con la sociedad.

Por eso es muy importante que juzguemos a quienes aspiran a gobernarnos, por los resultados de su actuar profesional y personal, lo que ofrezcan tiene que ser congruente con su capacidad demostrada.

Así que manos a la obra, a escudriñar en el haber intelectual, en la formación personal, en la capacidad profesional, en la conciencia social y en la probada honestidad de quienes nos soliciten apoyo para cumplir su anhelo.

Todos seremos responsables de la calidad de gobernantes, de la calidad de legislatura y ayuntamientos que nos gobiernen.