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El derecho a la violencia

Candelario González Villa.- Lamentables los acontecimientos que se suscitaron en Orindo, ranchería de Rosales y Meoqui, Chihuahua. Una turba de seudoagricultores, aproximadamente 60 protestantes tratando de encarar al precandidato a la gubernatura del estado por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

La irracionalidad de la turba de protestas entre la vulgaridad verbal, terminó en la violencia física, arrojando piedras y huevos con afectación a los vehículos de los acompañantes del precandidato. Lo peor, la agresión a los anfitriones del precandidato en un domicilio particular. Esta conducta estúpida es un flagrante delito, en el cual se pone en riesgo la vida de la ciudadanía, de Juan Carlos Loera De la Rosa y de su equipo de colaboradores. 

Tan irracionales los reclamos que manifiestan la ignorancia de sus peroratas, pues hicieron blanco en la persona equivocada, ya que Loera no es funcionario de gobierno, es diputado con licencia. Los reclamos que escucho en la región centro-sur del estado “Es que Loera traicionó al pueblo”, así de fácil se toman su papel de ser el pueblo.

No tienen la remota idea de su expresión o de la vaga idea de quién conforma al pueblo, pues lo centralizan en el individualismo grupal de su actividad económica, estos turbulentos no quieren aceptar que solamente son parte componente de la sociedad. 

Estos manifestantes son gente que a distancia se les nota que son mercenarios, pues los agricultores, los auténticos, no se manifiestan vil y cobardemente como lo están haciendo estos mercenarios. No quiero especular para culpar a alguien, ni hacer acusaciones a los autores intelectuales de esta conducta, pero sí es claro que hay personajes inmiscuidos con el fin de crear un conflicto social y polarizar la actividad electoral. 

Hoy le exijo a las autoridades que se les brinde protección a los candidatos en sus actos políticos una vez que den inicio las campañas formales de este proceso electoral. También le exigo a los gobiernos federal, estatal y municipal la investigación exhaustiva a los movimientos de supuesta lucha “por la violación de sus derechos” que en su pobre entendimiento optan por la violencia en todas sus modalidades.  

Un par de horas después en Camargo, Chih., en un alto para desayunar, al precandidato Loera lo confrontó un grupo de agricultores. Esa conducta estúpida jamás la manifestaron ante las tropelías de la Nación por parte de anteriores gobiernos, así como del gobierno de Chihuahua, donde nos azotan la inseguridad y la pobreza. 

Estamos a tiempo de poner un alto a esta conducta de estupidez, de resentimientos, de regionalismos enfermizos y de soberbia. No regresemos al discurso de monigotes, parásitos del erario.