Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Eduardo Almeida puede parecer una persona que dejó o permitió que un compadre abusara de su amistad. La palabra resultante es muy dura, pero no es extraño que haya personas así, que salten por un amigo y hagan cosas que los ponen en peligro patrimonial. No es el caso, porque Almeida trabaja y tiene más que eso.
Pero en el caso de Hefesto Corral, labioso, ladino y cínico, es capaz de convencer a Dios para que lo deje volver a nacer. Nadie le ha hecho tanto daño a Chihuahua como este rufián, nadie se ha cebado tanto con el poder como este sátrapa de la política que usó el poder para satisfacer sus pasiones y tomar venganza de los molinos de viento.
Ninguno de los encarcelados le hizo nada, ni a él ni a Chihuahua, todos los juicios los perdió y nada pudo demostrar de su bandera de campaña “Justicia para Chihuahua”. No hubo justicia, ni presos con sentencia. Lo que sí hubo fueron extorsiones, torturas y persecución de familias para sus aviesos y depravados gustos.
Lalo Almeida es víctima de un pillo disfrazado de arcángel que creyó estar a la altura de los dioses y que hoy sufre el castigo del diablo. Es repudiado en la sociedad, odiado por quienes alguna vez le estrecharon la mano y aborrecido entre los políticos que sufren descrédito generalizado por sujetos como este que carecen de escrúpulos y de vergüenza.
Gentuza como él tienen en el basurero a los partidos y a los políticos del país. Por seres abyectos como Hefesto Corral, la gente cometió suicidio político al elegir al actual gobierno federal.
La condición humana es impredecible, todos cometemos errores, pero hay uno que otro ser vivo que no merece llamarse humano cuando la soberbia del poder lo llevó al abuso físico, psicológico y material de sus víctimas.
Tiene la culpa de personas, como Lázaro, que murió por culpa de su ceguera, de su falta de empatía con las personas normales y los hizo víctimas de sus pasiones. Separó familias al ponerlas en situaciones de extremo peligro, otros van al exilio porque odian el comportamiento de los políticos en este país.
Ánimo Eduardo Almeida, no lo conozco, pero he seguido su viacrucis, no ceje en su empeño por exhibir a este vividor que ha traicionado a todos y cree que todavía puede engañar a alguien, y tal vez tenga razón, puede que todavía engañe a Cyntia, aunque no lo creo.
Hay personas como Eduardo Almeida que en una entrevista con mi amigo Juan Enrique López declaró maltrato físico y psicológico de este sátrapa hacia su misma esposa y se sabe que había testigos.
Habrá que preguntarle a Fernando Álvarez para saber si tiene el valor civil de reconocer que Hefesto Corral no respeta a nadie, ni a su esposa. Lo que le hizo a Almeida es abuso de confianza y traición al que le tendió la mano, pero hay rabiosos de los que lo único por esperar es que te muerdan la mano.
Hefesto Corral es víctima de sí mismo. La pobreza lo llenó de soberbia, el fracaso en los estudios a un título de regalo y su labia a pretender convivir con la élite culta y quiso ser exitoso, pero todo se derrumbó por lo bajo de sus instintos.
Corral sabe lo que viene: un largo proceso penal, la evidencia ante Notario Público y Registro Público de la Propiedad al adquirir un terreno sin justificar el origen del dinero y por la omisión misma en su declaración de patrimonio. Todo a salvo de lo que se le eche encima de su mal gobierno, que no es poco. Hay daños graves al erario de Chihuahua.