Inicio AVANZA SIN TRANZA Efectos colaterales de la pandemia

Efectos colaterales de la pandemia

Daniel Valles.- En el mes de marzo de 2020, la autoridad de salud federal decretó un confinamiento debido a la pandemia que empezaba a azotar al país entero. Todos obedecimos ante la emergencia.

Las calles de las principales ciudades en todos los estados se vaciaron, no circulaban autos, la gente no transitaba por las baquetas. También en las ciudades secundarias o pequeñas, sucedía lo mismo. La gente nos recluimos en nuestras casas.

Han pasado 14 meses desde entones. Seguimos bajo la influencia de la pandemia. 222 mil 657 personas han fallecido. 60 mil se consideraba como una gran catástrofe hace un año. Así lo anunciaba el subsecretario de Salud federal, Dr. Hugo López-Gatell.

A partir de abril de 2020 surgían versiones de curas milagrosas, comidas que evitaban la infección, escudos religiosos recomendados por el presidente. Aseveraciones de inmunidad por ser honestos, el rechazo de productos como el CDS, el surgimiento de versiones apocalípticas del fin del mundo y de los reptilianos. En fin, un sinfín de opiniones, versiones, casos y loqueras.

Las más graves y disparatadas venían de la autoridad de salud que, a su vez, se convertía en el más grande contraejemplo para la población en general. Me refiero a la negativa presidencial de usar cubrebocas y la falta de carácter y decisión de la autoridad de Salud federal para llamar la atención del presidente y obligarlo a llevar el cubrebocas o pedirle que dejara de decir sandeces al respecto, como recomendar estampas religiosas para evitar el contagio.

Nada de lo que recomendaba entonces funcionó. Eso es hasta la fecha. Toda la atención oficial y de la opinión p´´ublica estaba centrada en los estragos económicos y en la salud, que la pandemia estaba ocasionando entre la población, pero no era lo único que estaba ocurriendo.

El confinamiento que se extendía, a pesar de los esfuerzos de autoridades de los tres ámbitos de gobierno, la gente se contagiaba y el confinamiento se alargaba. La suspensión de actividades comerciales, empresariales, institucionales de igual forma, se recluían en las casas, en los hogares, para desde ahí trabajar, estudiar, vender, comerciar, etc.

Así hemos continuado hasta el día de hoy. Entre altas, bajas y muy altas etapas de rebrotes, cambios de colores en los semáforos sanitarios en los estados de la república y miles de muertos.

Un par de millones de personas infectadas, miles de negocios quebrados, desempleo en ascenso, un año educativo virtualmente perdido o malogrado, aumento de la pobreza, encarecimiento de productos básicos, etc. Pero eso no ha sido todo.

Un aspecto que ha sido mencionado, pero poco expuesto ha sido todo lo que se ha vivido al interior de los hogares que se han mantenido en confinamiento. Cierto es que no en todos los casos ha sido posible el quedarse en casa de manera total, pero en una gran mayoría, sí y de manera parcial, en casi todos.

Esto trajo como consecuencia un aumento en la violencia dentro de los hogares. La intrafamiliar, que le llaman. Aparte de los golpes, gritos y “cacerolazos” que se puedan dar entre los cónyuges, debido a diversas situaciones particulares, se ha incrementado el embarazo de niñas adolescentes solteras. Repito, por muy diversas causas o motivos.

Esto ha dado pie para que diversas organizaciones se avoquen a ayudar y otras a ofrecer un tipo de auxilio que conlleva un interés particular. En el que la salud y atención a las menores es solo el pretexto para buscar sacar raja, tanto política, como económica, lo que es corrupción y materia de otro análisis en otra entrega.

Lo principal para quien escribe es el número alarmante de embarazos no deseado, algunos por sexo consensuado entre adolescentes o por violación, lo que es gravísimo. Esto es dicen, consecuencia del confinamiento, algo que nadie previó, ni siquiera la autoridad competente, ni las organizaciones, ni la sociedad civil.

El embarazo de adolescentes es un problema que no es reciente en México ni en el mundo. Se nota mucho en países donde el aborto no es legal, salvo en caso de violación, o cuando se pone en riesgo la vida de la madre, o bien, cuando el bebé no nato presenta evidencia de malformaciones congénitas, que son los mucho menos casos.

En países donde el aborto es legal, no se presenta el caso, pero el número de bebés abortados es enorme. De millones de seres humanos abortados. No obstante, esto, el porcentaje de adolescentes que abortan está a la baja desde 2018. Esto también es tema aparte.

En México, los nacimientos a adolescentes entre los 10 y los 19 años se han incrementado un 12%, en relación a 2019. Esto representa casi 192 mil nacimientos. 20 mil más, de acuerdo a CONAPO y el Poder Ejecutivo federal. ¿Legalizar el aborto es la solución a los embarazos de adolescentes? Por supuesto que no.

Independientemente de que existan diversas causas, motivos, consecuencias y de que haya organizaciones que aprovechan la pandemia, o como se dice, que “el río está revuelto”, el hecho es gravísimo porque genera otra pandemia: la perpetuación de la pobreza.

Se agrava el ciclo de violencia, se generan nuevos niveles de estrés, de suicidios, de consumo de drogas, de formación de niños que crecerán sin un padre, de niñas que no recibirán la seguridad de un hogar con un poco más de balance y certidumbre.

Lo que redunda en baja autoestima, mala educación y otros graves problemas emocionales, psicológicos, económicos, de educación y otros más, a pesar de que el aborto estuviere legalizado.

No importa cuánto se gaste en mejorar la seguridad pública y en educación, los resultados nunca serán buenos por no existir prevención integral que trate de controlar el aspecto emocional que en el ser humano está corrupto.

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP