Javier Armendáriz Cortez.- Después de leer los poemas que en nuestra anterior entrega le compartimos, hoy les invito a leer la pequeña entrevista que de forma virtual hicimos a la escritora Diana Anabel Espinal Meza, de origen hondureño.
¿Cuál fue su primer libro? ¿Fue en México o en Honduras?
Mi primer libro publicado se llama “Eclipse de Agujas”, publicado en el año 2000 en Tegucigalpa, Honduras. Fue un libro que surgió en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, cuando estudiaba la Licenciatura en Literatura y participaba en concursos de poesía.
¿Qué la inspira para escribir?
“Eclipse de Agujas” es un poemario hermoso, lo inspiraron el amor y la pasión entre pareja. Fue dedicado al padre de mis hijas. Como podrás observar Javier, desde el día de su publicación hasta hoy día, han pasado 20 años. De aquella primera edición ya no hay libros, actualmente trabajamos junto con mi hija Ana Lucía Navas Espinal (Diseñadora Gráfica), en la segunda edición del libro.
¿Tiene algún lugar u hora especial para inspirarse a escribir?
Con respecto a la inspiración, considero que la vida a veces te coloca en momentos o circunstancias digamos extrañas o curiosas, que puedes darle un giro y convertirlas en un tema para un poema o un cuento. Como primer impulso, está bien. Lo captas, en lo personal, lo escribo en mi libreta de mano y ahí queda.
Posteriormente viene un trabajo más serio, el de la transpiración, cuando revisas el proceso que la escritura necesita, desde ortografía, figuras literarias, gramática, entre otros. Al final de la jornada del “oficio del escritor” se pretende entregar un escrito cuidado. En cuanto al lugar y hora, me gusta trabajar por la noche-madrugada. En casa tengo un lugar especial en donde trabajo, tipo estudio.
¿Cuántos libros tiene ya publicados?
Son cuatro libros publicados:
• “Eclipse de agujas” (2000) Tegucigalpa, Honduras.
• “Tras los hilos” (2004) Tegucigalpa, Honduras.
• “Del ladrido del sombrero a la escama del sol” (2007) Tegucigalpa, Honduras.
• “Reiteración de Cornisas” (2014) Ciudad Juárez, México.
¿Qué recuerda de los poetas de Honduras?
Mis recuerdos se remontan a la juventud, con ellos comenzamos a inquietarnos por las letras, nos compartíamos libros para leer y luego comentábamos. Recuerdo la energía, la ilusión que nos causaban ciertas lecturas, la pasión y amor por las letras. Con el paso del tiempo nos fuimos creyendo la idea de que podíamos algún día ser escritores.
Posteriormente, tuvimos el impulso de comenzar a escribir, y presentar nuestros escritos a los más avanzados y con experiencia en estos temas. Nos gustaba reunirnos para leer nuestros escritos y escuchar a los demás. Luego nos inquietamos por conocer a otros grupos de pequeños escritores de nuestra zona de Centroamérica, de El Salvador, de Guatemala, de Nicaragua, de Costa Rica. Y comenzamos a organizar eventos culturales.
Entre los poetas de Honduras, recuerdo con mucho cariño a: Diana Esmeralda Vallejo, Divina Alvarenga, Mayra Oyuela, Yadira Eguigure, Soledad Altamirano, Dennis Ávila, Javier Vindel, Alberto Desthepen, Fabricio Estrada, Rubén Izaguirre.
¿Qué opina de los concursos locales o nacionales de literatura?
Este tema es bien delicado. En lo personal me ha tocado ver de todo un poco. Cuando fui estudiante de la licenciatura participé en concursos locales, de hecho mi primer poemario “Eclipse de Agujas” se compiló con versos que ganaron premios a nivel local. En ese momento se vio que el jurado calificador estaba bien preparado, el proceso fue claro, transparente y honesto.
Pero también me ha tocado observar ciertos “concursos locales” –así entre comillas– en los que todo está arreglado. Me tocó ser testigo de un amigo que pertenecía a un taller “X” y su maestro fue jurado calificador en un evento, el maestro se inclinó por su discípulo. Y esa acción fue muy criticada a nivel centroamericano.
Sí creo en los concursos nacionales o internacionales en los que nadie te conoce, y donde la letra se defiende sola. De hecho, yo gané uno en el Perú, en el 2004. Y obtuve una mención de honor en Argentina, en el 2009. Sin conocer a nadie, sin padrinazgos, sin capilla, sin porras literarias, ni vacas sagradas que recomiendan a otras vacas sagradas. En esa oportunidad los versos se defendieron solos.
¿Entonces quiere decir que hay concursos arreglados?
Claro que hay, en otra oportunidad me tocó presenciar un concurso de poesía en el que el ganador repartió cierta cantidad de dinero, con miembros del jurado calificador.
¿Cuántos premios ha recibido en su carrera?
¿A qué tipo de premios te refieres? Porque considero premio a nivel personal, cuando publicas por ejemplo, un libro y te dices meta cumplida. O cuando un lector o crítico de literatura te comenta algo de tus formas de escribir y de decir las cosas. Eso para mí es un premio.
A nivel de instituciones, las que se inventan por ahí, dos premios literarios: Uno en Perú 2004. Casa del Poeta peruano. Y otro en Argentina. 2009.
¿Cómo se consagra un escritor?
Con la constancia de seguir creyendo en lo que hace. Un escritor se consagra cada vez que publica un nuevo libro, cada vez que lee a otros y respeta lo que escriben. Te consagras cada vez que estudias poesía o narrativa, cada vez que vas a encuentros de literatura y escuchas otras voces, y te dejas escuchar. Te consagras cuando entre críticos literarios escuchas sus consejos y al final reflexionas en sus comentarios.
Te consagras cuando eres humilde e impulsas a otros a seguir su sueño de publicar su primer libro. Te consagras cuando te invitan a escribir un prólogo, cuando te invitan a comentar un libro, cuando estás en medios de comunicación como este y llegas a muchos lectores, y te das a conocer como ser humano y como artista. Te consagras, mi querido Javier, cuando eres honesto con lo que haces. Cuando sigues los sanos consejos que otros te dan para leer textos que te ayuden a crecer.
¿Cómo compara la literatura de México y la literatura en Honduras?
Tanto la literatura de México como la de Honduras, tienen sus propias esencias. En ambos países hay gente muy talentosa que dependiendo el entorno que le ha tocado vivir, impregnan a las letras un toque único y exclusivo. A México siempre lo hemos visto como nuestro hermano mayor, el que se ha ganado nuestra admiración, del que hemos aprendido muchas cosas. Si tengo que comparar, yo diría que es complementaria una con otra.