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Desviaciones de un gobierno informal

Dr. Arturo Castro.- La sociedad es increíble para elegir gobernantes, se dice que va por lo mejor, repudiando a la vez un pasado lleno de corrupción e ineficiencia administrativa, en cada elección toma su mejor decisión, así votó 76 años por el PRI, 12 por el PAN y 6 al menos por Morena.

El PRI fue el mejor partido de México hasta que apareció el PAN con su membresía empresarial y religiosa junto al pueblo mexicano, ambos partidos políticos con una membresía de gran tamaño, luego viene Morena como una escisión del PRI y agregados de todas las ideologías existentes.

Dante Delgado es propietario de Movimiento Ciudadano, el “Niño verde” del Partido Verde, que son los partidos políticos que se han mantenido en el escenario legal electoral, aún hay otros cuyos nombres de otros dueños de partidos los tiene el Instituto Nacional Electoral, pero son de dominio público.

Hoy el gobierno federal está en manos de un político narcisista, que cree que su religión evangelista permite tener dos dioses: uno es el padre de la religión católica y otro que se cree que es él mismo.

El poder enajena, son las desviaciones políticas que tiene la política a la hora de ejercer el poder público, la historia del ejercicio presidencial en México tiene una etapa cada seis años, llega el político a ocupar la silla presidencial y hace lo que quiere.

López Obrador no es diferente, es un príncipe de la política, porque para llegar a rey necesitaría tener un control tipo comunista de todo el ejercicio público relacionado al control de las decisiones fundamentales del país.

El ejercicio del poder público requiere de un mayor profesionalismo, de dejar de jugar con los escenarios políticos, con los de salud, con esa tontería de irse por carretera a Cancún para inaugurar un proyecto de inversión ciertamente interesante.

25 horas de camino para no tomar un avión que hace dos horas, quería llegar de pasada a La Chingada, su rancho en Palenque, Chiapas, no quería ponerse cubrebocas al irse en avión, una foto así lo convertiría en pueblo una vez más, el príncipe que quiere ser rey prefiere manejar.

Las desviaciones de este gobierno informal son un despilfarro de las libertades para hacer un buen gobierno, amor y paz por delante, cierra los ojos sin timidez y grita que se necesitan abrazos y no balazos, se requiere un bombero político que apague el fuego de tal ingratitud, esa de querer gobernar solo para recibir la pleitesía de los chairos a los cuales reconozco ciertamente con una lealtad inmerecida hacia él.

Desviar la información diciendo que todo está bien, que la pandemia mundial del coronavirus no tomó mal parado a México es una mentira, todo el país está cerrado, su mundo viene de los libros que cree haber leído, porque cita muchos autores sin aprender de ellos.

Dónde estará un buen presidente, porque no llega un buen cuarto gran presidente de México, aparte de Porfirio Díaz, Lázaro Cárdenas y Carlos Salinas, sin un junior priista, sin un iluminado morenista priista para que a este país se le haga justicia.

La sociedad está sedienta del buen ejercicio de la política, le gusta elegir cada vez a alguien que pueda ser mejor, pero la gente nuevamente reconoce su error. Parece que sigue un independiente, se escucha que la gente no quiere tener hambre porque luego tiene que comer.

El evangelio del Presidente de México es de utilización personal para una promoción enferma que lo llevará a la burla social de sus antecesores; sin embargo, la experiencia nadie se la quitará. La gente aun dormida no deja de hablar de él.

Me da pena conocer gente muy capaz que daría la vida por él, personas que fueron parte de ese sistema llamado corrupto y neoliberal y ahora son puritanos y están llenos de energía positiva porque dicen que ya está cambiando el país.

Habría que preguntarle a Carlos Slim que pagó sus impuestos adelantados, cómo hizo sus cuentas y las aceptó la Secretaria de Hacienda, es una farsa porque cómo se puede saber cuánto venderá en el 2020. El presidente de México lo felicita, lo cual no hace con cualquier empleado que también paga sus impuestos a través de su cuenta de nómina.

Cuando la esperanza se va el pueblo tiene hambre de sed y justicia, decía Luis Donaldo Colosio; son las piedras del hastío del poder político, cuando los espacios se vuelven vacíos, la sociedad remedia su hartazgo con una nueva opción electoral.

Las desviaciones de un gobierno informal se dan en todos lados y en todos los tiempos, no hay partidos políticos, no hay personajes, no existe una sociedad demandante, solo una historia que queda en que todo cambia para permanecer igual.

Pensar en una gobernabilidad de éxito es desear que lo que quiere el gobierno y lo que quiere el pueblo se conviertan en una sola corriente y no en dos ríos que circulan en diferente dirección.

La sociedad necesita ver que puede existir un verdadero cambio, lejos de una promesa electoral, que el camino recto no tenga curvas y que la vida común solo sea eso…  Común sin distracciones.

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