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Conversaciones con la soledad

Dr. Arturo Castro.-Es un tiempo difícil, lleno de notas mediáticas en torno a la denominada pandemia del Coronavirus, se invita a la sociedad mundial a quedarse en casa, a hacer cualquier tipo de tareas y salir solo en caso de necesidad primaria.

Es un artículo más referido a este fenómeno, quisiera escribir de otra cosa pero cómo hacerlo si los poderes políticos es de lo que quieren que se hable, que se sienta y que se tema; el Sector Salud solo se queja de que no hay insumos de lo que los ocupa.

Lo mejor para poder escribir es el ambiente que se procura y no el que se tiene, es el de pensar en un mundo mejor, en políticas públicas eficientes y en que la sociedad esté viviendo sin retóricas ni despensas gubernamentales, solo en paz como lo sugiere la religión.

Los vicios sociales son muchos y uno de ellos es creer lo que se dice, el ambiente está lleno de coronavirus, es una pandemia mental que se soluciona con lavarse las manos y no saludar de mano, se tiene un miedo espectacular ante lo que no se conoce.

Escribo sobre este tema, desde el punto de vista político y ciudadano, al que he denominado incierto en anteriores entregas porque ignoro muchas cosas basadas en la ciencia médica que justifica la muerte de alguien por Coronavirus cuando tenía problemas de salud cronicas con anterioridad.

Solo les ocupa decir que es por Coronavirus y la cifra se incrementa, aumentando el miedo social y a la vez el poder político de los gobernantes que son los que manejan la estadística, el Sector Salud avala sin elementos científicos para ello.

Son muchas las claves para tratar de entender lo que se vive, el resguardo en casa, la higiene personal y colectiva, la menor explotación del petróleo, las declaraciones de organismos internacionales y la opinión personal de quien vive y siente las restricciones en casa.

El mexicano tiene muchas pasiones. Julio Guerrero dice que es el alcohol, Octavio Paz el desinterés, está lleno de mitos y esperanzas. Tiene como fin una vida sin conflicto, sin intentar conocer qué es la vida con o sin esto o aquello.

El mexicano es feliz a la tercera potencia, dijo el presidente en turno, no sabe que es pobre, le gusta que lo tomen en cuenta a través de los medios masivos de comunicación que le piden que se quede en casa.

En el pecado lleva la penitencia, el engaño social es oficioso por los poderes elementales, llámense políticos, religiosos, mediáticos o empresariales, cree que tienen lo mejor al ir al Estadio Azteca y ver jugar a su selección.

La idea es explorar el destino desde varios ámbitos, que es lo que sigue después de esta epidemia, cuál va a ser la actitud del gobierno, de la sociedad y de los más diversos aspectos de la vida cotidiana. Se habla de una próxima crisis económica, hoy no se entiende, mañana tampoco.

El confinamiento social es un verdadero ámbito de reflexión, hay quienes no están aguantando porque la vida es tan frágil en la calle al no dar ninguna explicación, en casa en cambio se tiene un compromiso de crecer, de amar, de vivir la verdadera vida, aquella que da la tranquilidad para las demás cosas por hacer.

También el confinamiento es un espacio para especular, se llenan las redes sociales de opiniones y envíos a manera de socializar la soledad, las redes son una buena vacuna para quien está en casa pero no está.

Con esta pandemia el mundo se vuelve pequeño, se observa que es una sola sociedad, distribuida geográficamente y con diferentes circunstancias de vida, de hecho este problema médico global ha unido a todos en torno a buscar una salida rápida en los próximos seis meses.

La falta de información real es fundamental, que venga de autoridades de salud, de las universidades que se dedican a formar científicos, de las entidades diseñadas para tal efecto y no de políticos de cualquier ideología que la manejan a su antojo.

Sin embargo, parece que hay una ley de la costumbre en la que cada quien que manda en el país dice lo que sigue, la sociedad lo reconoce y lo acepta. El hombre desde la prehistoria ha tenido necesidad de ser dirigido.

Lord Wellington dice que la costumbre es una segunda naturaleza, tal vez diez veces el impacto original, la sociedad se acostumbra y hoy se reconoce que la pandemia es un factor de cambio, al menos en su vida personal y cotidiana.

Es tiempo de repensar lo que se quiere, de sentir que lo que se tiene debe prosperar, no conformarse con ser parte del común y convertirse en el líder de sus propias acciones. Es tiempo de cambiar para bien, de dar vuelta a la hoja y buscar ser mejor.

Los temores deben dejarse atrás, las ilusiones por delante, es el tiempo de conversar con la soledad, aquella que es la más importante compañera en tiempos de crisis, lo que pasa está maximizado por lo que se tiene que asumir una condición personal.

Conversar con la soledad nos impide el uso desquiciado de las redes sociales, lo que se lee es la desesperación y el freno que se le ha impuesto a la sociedad. Es el tiempo de ser uno mismo para proyectar en el futuro cercano mayores espacios de éxito.