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Con relación al Día del Abogado

Lic. Maclovio Murillo Chávez.- Decidí estudiar y ejercer el derecho porque me apasiona la noble profesión del abogado. ¿Por qué me apasiona?

El derecho es un instrumento esencial para la convivencia humana en sociedad. Sin derecho no hay Estado y sin Estado nuestro destino sería la anarquía e imperaría solo la ley del más fuerte, anulándose toda posibilidad para que las diferencias fueran resueltas pacíficamente, evitándose así el desarrollo sustentable de la persona humana y de la sociedad misma.

El abogado tiene como misión especial -sin duda- la búsqueda del respeto del estado de derecho como instrumento de justicia.

El abogado culto, que cotidianamente estudia, se actualiza, prepara y desarrolla capacidades de estratega, además de una redacción adecuada, sencilla pero elegante, y un discurso certero, puntilloso, elocuente y convincente, al ejercer su profesión, sin duda se convierte inevitablemente en un valioso instrumento para hacer respetar el estado de derecho, cuando en los diversos procedimientos de distinta naturaleza, se haya de resolver alguna disputa ya entre particulares contra particulares o de particulares contra los órganos del Estado.

Un abogado puede incidir con sus capacidades, conocimiento y experiencia, desde por ejemplo en favor de cuál de los contendientes por un bien inmueble, debe declararse la propiedad, hasta en el hecho de si una norma jurídica debe o no declararse inconstitucional. Estos ejemplos nos dan solo un parámetro de la importancia de su labor.

Pero también el abogado tiene asignadas responsabilidades, tales como ser instrumento para que se decida acerca de si una persona queda en libertad o bien en prisión, si debe o no pagar algún impuesto o deuda, por ejemplo.

Todos los actos de la vida están reglados por el derecho, de ahí la relevancia de la función del abogado, como instrumento para hacerlo valer.

Por eso, resulta apasionante y altamente honroso, el ejercicio de la abogacía, más aún que la misma puede ejercerse desde varias trincheras, como funcionario público ya en la judicatura estatal o federal o en el Ejecutivo o Legislativo, como académico, investigador o como litigante.

En todas sus facetas, la abogacía es fascinante, pero en lo personal debo decir que, para mí, ser litigante es lo que más me apasiona, por tener una amplia libertad de elección en todos los sentidos (materia, tipo de asuntos, clientes, horarios y honorarios, etc.) y sobre todo, servir para las causas nobles, buscando siempre el anhelado equilibrio entre la justicia y el derecho.

¡Así, es cuanto!