Alejandro Zapata Perogordo.- Las medidas tomadas por el gobierno federal para enfrentar la epidemia del Covid-19, se encuentran en los acuerdos publicados en el Diario Oficial de la Federación los días 30 y 31 de marzo pasados, que establecen acciones extraordinarias para atender la Declaratoria de Emergencia Sanitaria, ordenando la suspensión temporal de todas las actividades económicas, con excepción de aquellas que se consideran esenciales.
Al mismo tiempo, se exhorta a toda la población residente en el territorio mexicano y que no participe en actividades laborales esenciales, a cumplir resguardo domiciliario, con dedicatoria especial a personas con alto grado de vulnerabilidad por sus particulares condiciones.
Esta inédita situación ha provocado en los hechos un proceso de modificación en las relaciones obrero-patronales, al encontrarse la suspensión sin responsabilidad de ninguna de las partes del vínculo laboral, sino por causa de fuerza mayor, así declarada por la autoridad competente en la materia.
En ese orden, se hace patente un desequilibrio entre los factores de la producción, el patrón tiene que cubrir los salarios y el operario se ve impedido a contribuir de manera justificada a la generación de su retribución, por motivos evidentes.
Si bien, la legislación contempla y prevé el escenario actual a través del artículo 427 fracción VII de la Ley Federal del Trabajo al estar frente a una contingencia sanitaria, también se explica la omisión del gobierno de hacer una declaratoria en esos términos, pues se hubiese llegado al extremo de un despido generalizado de la planta productiva, evitándose ese panorama con la Declaratoria de Emergencia, que dicho sea de paso la sacaron de la manga; sin embargo, fue el mal menor.
No obstante, es dable reconocer que muchos emprendedores han realizado esfuerzos para mantener las fuentes de trabajo improductivas haciendo acuerdos ya sea con sindicatos o en lo individual con sus trabajadores; lamentablemente algunos se han visto en la necesidad de llegar a los despidos, así que una vez transcurrido el temporal los tribunales laborales tendrán un cúmulo importante de asuntos por atender.
El problema puede ser mayor si continúan los paros técnicos, pues la falta de liquidez en los negocios va a ocasionar que dejen de pagar a sus trabajadores o bien, los despidan sin liquidación y se queden los empleados sin trabajo, sin dinero y con la obligación de permanecer en sus domicilios, a la par, que el gobierno carece de políticas públicas y de recursos para atender el desempleo, ya que esa responsabilidad se le ha dejado a la parte patronal.
Así podemos afirmar que ya existe una franja social de personas desempleadas y emprendedores quebrados que comienzan a formar parte de grupos vulnerables que nadie atiende y de continuar las cosas como van, seguramente se va a ensanchar ese segmento, por lo que resulta esencial la construcción de estrategias e implementación de acciones urgentes para evitar el consecuente colapso.
Los enfoques hasta ahora adoptados son parciales, las limitantes abundan, los recursos escasean; sin embargo, el esfuerzo por ver el bosque debe ser permanente, pues el permanecer anclado en la aldea nos convierte irremediablemente en aldeanos.