Brasil.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su ministro de Salud están enfrentados abiertamente en torno a la respuesta del país al coronavirus, lo que hace que muchos teman que el líder de ultraderecha pueda despedir pronto al funcionario que ha jugado un papel crucial para contener el brote.
La disputa pública entre un presidente conocido por sus comentarios divisivos y el médico más comedido ha recordado a muchos a un pulso similar que se está produciendo en Estados Unidos entre el presidente, Donald Trump, y su experto jefe en virus, el doctor Anthony Fauci. Ese choque también ha planteado el temor a que los esfuerzos para combatir el virus en el país más grande de Latinoamérica puedan descarrilar.
Bolsonaro ha descrito varias veces al COVID-19, la enfermedad que produce el virus, como una “pequeña gripe”, peleado para confinar solo a los brasileños de “alto riesgo” porque restricciones más estrictas harían demasiado daño a la economía y defendido la eficacia aún sin demostrar de un fármaco contra la malaria. Por segundo fin de semana seguido, salió a la calle desafiando las recomendaciones federales de que los brasileños se queden en casa. Durante una de sus salidas se grabó al presidente limpiándose la nariz con la parte interior de la muñeca para a continuación estrechar la mano de una anciana y otras personas.
El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por su parte, es en la práctica el impulsor de las medidas de confinamiento y ha instado a los brasileños a seguir las restricciones introducidas por gobernadores estatales, la mayoría de los cuales han optado por una estrategia más dura que Bolsonaro. Mandetta, un ortopeda que comenzó su carrera en un hospital militar, ha ganado popularidad por su gestión de la crisis, pero aún podría ser destituido.