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Bandera blanca

Alejandro Cortés.- Desayuno en Sabor a Miel, excelente restaurante donde llenarse de la fuerza necesaria para la labor del día: Sazón para satisfacer los más exigentes paladares y, sobre todo, ambiente de hogar, sencillo a más no poder, donde uno se siente como en su casa; gente linda que te atiende con esmero y calidez. ¿Qué más se puede pedir para disfrutar de un sabroso y agradable desayuno con todo el colesterol que uno quiera solicitar y sin esas cosas que inventan los doctores para que uno no pueda comer a gusto? 

Lupita —amable dueña y señora del lugar— es una persona de esas que dan envidia. Con ideas claras en los asuntos importantes, como son: El matrimonio, la familia, la educación de los hijos, el ser humano, y Dios presente en todo momento, acompañado de las cohortes celestiales con la Santísima Virgen María, pues no sin motivo es nada menos que ¡la Madre de Nuestro Señor! 

Me decía Lupita que el secreto de la armonía matrimonial es “la bandera blanca”. Con su esposo Víctor —quien ya goza de la felicidad en el Cielo— tenía un pacto, y cuando no estaban de acuerdo entre ellos, uno de los dos sacaba la bandera blanca y se terminaba la discusión. Y lo mejor de todo era que a veces quien levantaba la insignia de paz tenía la razón; pero la concordia conyugal está por encima de todo.  

Entre otras cosas —me decía ella— cómo le duele oír a mujeres jóvenes que no quieren tener hijos, pues se pondrían gordas, y se complicarían mucho la vida. Aquí podemos ver cómo estas mujeres están curtidas por un egoísmo que las seca como plantas sin agua y corren el peligro de ser arrastradas por esos remolinos enormes que destrozan con sus fuertes vientos todo aquello que no tiene raíces bien sujetas a la tierra. Por esa actitud, también, podemos descubrir el motivo de muchos fracasos matrimoniales.  

El comentario de esta linda señora me recordó una entrevista hecha a Sarunas Jaslkevicius, entrenador de basquetbol del equipo Zalgiris, lituano, que le hizo un periodista cuestionándolo por la ausencia del jugador brasileño Augusto Limas en juegos de eliminatorias, pues había ido a presenciar el nacimiento de su hijo. Molesto por las preguntas del reportero le dice que él lo dejó ir. Y después él le pregunta al reportero si tiene hijos, y ante la respuesta negativa le dice: Cuando tengas hijos lo entenderás, porque esa es la mejor experiencia del ser humano. ¿Piensas que el baloncesto es lo más importante en la vida? ¿Para quién es importante? Cuando veas a tu primer hijo entenderás qué es lo más importante en la vida; entonces ven a platicar conmigo, porque nada puede ser más majestuoso en el mundo que el nacimiento de un niño. Créeme, ni títulos, ni nada más. Augusto Lima está ahora emocionalmente en la estratósfera, y yo estoy muy feliz con él. 

Personalmente me resulta difícil entender que, en nuestra época, a mucha gente le cueste trabajo aceptar que los valores del ser humano no cambian con el paso del tiempo. 

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