Aída María Holguín Baeza.- Se aproxima el Día Internacional de la Conciencia, y con él llega la invitación a reflexionar sobre cómo la conciencia humana puede ser una herramienta poderosa para transformar el mundo y construir una sociedad más justa, pacífica y respetuosa.
Y es que, en un escenario –como el actual– marcado por la violencia y la desigualdad, la conciencia se presenta como un elemento clave para lograr una paz duradera, basada en valores fundamentales como el amor, la empatía y el respeto, que son esenciales para fomentar una verdadera cultura de paz.
El concepto de cultura de paz, promovido por la UNESCO desde 1989, define la paz como un proceso continuo de transformación que abarca todos los aspectos de la vida humana, incluyendo relaciones, políticas y dinámicas globales. Es decir, concibe la paz no solo como la ausencia de conflicto, sino como un conjunto de actitudes, valores y comportamientos que deben ser cultivados individual y colectivamente, basándose en principios de justicia, igualdad y respeto mutuo.
Es en este contexto que el Día Internacional de la Conciencia resalta la importancia de la conciencia colectiva, entendida como actuar con principios éticos y solidarios para enfrentar desafíos globales como la pobreza, el cambio climático y los conflictos. La conciencia colectiva debe convertirse, pues, en acción concreta, ya que cada decisión individual tiene un impacto en la sociedad. Desde nuestras elecciones diarias hasta nuestras relaciones, todos podemos contribuir a construir un mundo más justo y pacífico.
Entonces, entendiendo que la verdadera paz solo se alcanza cuando todos contribuimos a la creación de una sociedad inclusiva y respetuosa, la acción consciente debe ser colectiva; y es a través de la educación, el diálogo y la participación cívica que podemos construir una cultura de paz que valore la pluralidad y el entendimiento mutuo. Se trata, entonces, de un esfuerzo que demanda un compromiso compartido, que involucra a toda la sociedad, no solo a los gobiernos o a las instituciones internacionales.
Hoy más que nunca, debemos recordar que la paz es un derecho humano fundamental, que va más allá de la simple ausencia de guerra. Debemos verla como un proceso activo que requiere la promoción de la justicia social, el respeto a los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
Y es que, en un mundo donde aún persisten numerosas violaciones de derechos humanos y desigualdades sociales, es imperativo que reconozcamos nuestra responsabilidad de trabajar por la paz en todos los ámbitos; por ello, es imprescindible ser conscientes de que, para lograr una paz duradera, debemos defender la dignidad humana y fomentar la equidad, tanto a nivel local como global. Este reconocimiento no solo subraya la necesidad de la paz, sino que también nos llama a la acción, porque la paz se construye cuando todos somos capaces de respetar nuestras diferencias, fomentar la inclusión y buscar soluciones a los problemas comunes de manera pacífica y constructiva.
En este sentido, el Día Internacional de la Conciencia nos llama a asumir nuestra responsabilidad en la creación de un futuro mejor. Cada uno de nosotros tiene el poder de generar un cambio positivo y nuestra conciencia es el motor que impulsa ese proceso. Si asumimos nuestra parte en este camino, actuando con compasión, respeto y responsabilidad, podremos contribuir a construir un mundo en el que la paz, la justicia y la solidaridad sean los pilares que definan nuestras relaciones y la convivencia global.
A modo de recordatorio y reflexión sumativa, finalizo parafraseando lo dicho alguna vez por el reconocido artista y pintor holandés Vincent van Gogh: La conciencia es la brújula de la humanidad.
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