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Alternativa para la alternancia

Alejandro Zapata Perogordo.- Desde el arribo de la presente administración al gobierno, el régimen comienza a apartarse de los principios que hacen posible la convivencia armónica, dando un giro con la intención de instaurar un sistema autoritario de corte autárquico con miras a la implementación de una dictadura.

Se han dado pasos inequívocos que conducen a esa conclusión ante la concentración del poder y los constantes ataques a las instituciones y poderes que no se han sometido aún, amén de pretender apoderarse del Instituto Nacional Electoral, calando hondo en buena parte de la sociedad.

Dime con quién te juntas y te diré quién eres, reza un refrán popular, que bien puede aplicarse en nuestro país. En efecto, Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, representa una de las regiones donde más quejas existen por la constante violación a los derechos humanos y la represión a quienes defienden las libertades; no obstante, el otorgamiento de la máxima condecoración, la Orden Mexicana del Águila Azteca, por López Obrador, nos indica indudablemente la existencia de una identificación entre ambos.

La transformación y todas sus consecuencias se han tornado cada día más difíciles, la consolidación de un régimen totalitario se percibe a la vuelta de la esquina, inclusive en las entidades federativas ya existen émulos que gobiernan con ese mismo estilo, pisoteando todo y a todos que se interponen en sus caminos, la máxima del entierro, encierro o destierro, se quiere volver a imponer.

La alternativa viable se localiza en las próximas elecciones presidenciables a mediados de 2024; sin embargo, ese proceso se ve amenazado con el Plan B de la reforma electoral, al reducir las facultades del INE y, a la vez, poner en riesgo la eficacia y respeto del voto, lo que obliga a defenderlo y defendernos, ante una aberrante e inconstitucional imposición.

Mientras, por otro lado, el vehículo formal e ineludible lo constituyen los partidos políticos, al ser el medio para registrar candidatos. Así lo han entendido los institutos políticos de oposición, aliándose para enfrentar al oficialismo y sus satélites.

En principio es dable decir que los partidos políticos han perdido identidad y confianza ciudadana, además da la impresión de que sus alianzas responden a elementos aritméticos de sumas y restas, sin una oferta política más allá de vencer al adversario, anteponen intereses de grupo y le apuestan a  la inconformidad ciudadana, haciendo descansar su estrategia en el voto negativo.

Esa forma de pensar es reducida, esas organizaciones se encuentran obligadas a ensanchar su visión, deben elevar sus alturas de miras, construir en unidad una propuesta alternativa de país, que sea enarbolada por candidatos frescos, capaces y honorables.

La oportunidad que tenemos no admite demoras ni titubeos, se requiere de unidad y humildad dejando atrás intereses de grupo, el país reclama visión de Estado, una alternancia con rumbo, objetivos claros y compromisos transparentes.

Deben comprender que en las próximas elecciones no se juega la presidencia, sino el futuro del país; la consolidación de una dictadura o el establecimiento de un régimen democrático.