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A la plaza, a la calle

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Es tiempo de salir a la plaza o a la calle, es tiempo de que nuestra voz se escuche. Esperar un milagro no es opción, los milagros no se piden de rodillas en templos, el milagro se construye como un empresario inicia un negocio o un estudiante su carrera.

López Obrador ofrece milagros, pero en realidad nos envenena con odio y rencor, y en su venganza, divide a todos; y el dolor es que en las familias ya son el pan de cada día los pleitos, unos defienden, otros ven la realidad. Eso no es sano ni es lo que prometió en las tres campañas, nos ha mentido en todo y su maldad logra que una parte del mismo pueblo ahora quiera destruir el INE.

Ese pueblo es tierra fértil para él, por la corrupción y el cruel abandono histórico de los más pobres y de los indígenas marginados. También por la pobreza que hoy avanza en la clase media, pero aquellos corruptos no nos representan y tampoco nos definen como mexicanos, somos más nobles que ellos y que él, a cambio, hace lo que quiere y gasta como le da la gana y no respeta la ley, ni la Constitución.

Ayer, en su show de TV, se jactó de cuánto lo quiere ese pueblo sabio que lo apoya y le da la razón. Jamás nadie se atrevió a tanto. La historia no registra esa manipulación malvada ni en los presidentes más corruptos, ni en los más ineptos, ni en los acusados de genocidio; es más, ni siquiera en los feroces caudillos en tiempos de pacificación del país.

Desde la independencia solo Antonio “López” de Santa Anna había traicionado tanto y a tantos. Su burla con sorna, al compararse con Juárez es una afrenta de arrogancia extrema, porque de Juárez solo tiene la misma enfermedad -angina de pecho- y nada más. Es tan Juarista como Catón, aunque este goza de salud y sabiduría.

Hay que gritar: Basta de maldad, mentiras y promesas; basta de cientos de muertes de inocentes cada día, no más desapariciones, los abrazos cómplices no detienen balazos; no más daño en educación, ni un muerto más por su cruel e inhumana decisión de eliminar el Seguro Popular y el sistema de salud; gastó los fideicomisos y el dinero del FONDEN y de otros programas esenciales; basta de mentir a los padres de los jóvenes de Ayotzinapa.

El dinero del presupuesto es del pueblo, no le pertenece y no se vale que lo use en sus locuras, como el Tren Maya que nos privará del único pulmón natural y de la arqueología peninsular; es una locura total construir la refinería sobre un manglar. 

Hay que mostrar la capacidad de unirnos y que los partidos se convenzan de que la sociedad use sus siglas para un candidato social capaz de sacar al país de este desastre.

Pero se necesita al INE, como garante de elecciones limpias y justas, porque de lo contrario, la elección será un simulacro al estilo brutal de Cuba, Nicaragua o Venezuela para conservar el poder.

Cada municipio debe hacer su parte, hay líderes sociales y de las cámaras, como ONG intermedias, pueden hacerlo y que los exgobernadores que gozan de prestigio y calidad moral asuman un liderazgo temporal y convocar, empecemos en Juárez, Chihuahua, Delicias, Parral y Cuauhtémoc. 

Las ONG ya iniciaron reuniones presentando buenos perfiles, pero urge socializar más y más todos esos esfuerzos. Vayamos a paso firme, pero uno a la vez.

Conservemos el INE, lo demás vendrá con la organización social.