Daniel Valles.- El Doble Discurso es una forma de corrupción. No sólo demagogia. “No mentir, no robar, no traicionar” ha sido el discurso del que fue el candidato de siempre de la llamada izquierda mexicana y hoy es el presidente de México. Fue su frase discursiva más usada en sus campañas. En especial, en esta última, la del 2018 y que fue la que ganó de manera arrolladora.
¿Por qué sucedió así? Las razones pueden ser muchas, claro. Trataré de desarrollar una hipótesis con algunas variables que obviamente no concluirá aquí tratar de entender lo que está sucediendo en nuestro muy golpeado país.
Partiré del afirmar que el Doble Discurso fue el principal instrumento en todas las campañas anteriores y en la última, por fin le resultó. Y le sigue resultando.
La combinación de diferentes elementos o situaciones se juntaron. Elaboraron la fórmula perfecta que en esta tercera campaña presidencial le proporcionó la anhelada victoria al candidato que años antes le habría ganado el corazón, y habría dejado escapar de su “ronco pecho” el exabrupto: “Cállate Chachalaca”, que le costaría perder la elección de entonces.
Fue en el lejano 2006 cuando el candidato primero expresó: “¡cállese, ciudadano presidente!, deje de estar gritando como chachalaca”. En referencia al presidente de entonces al que llamo “El Memo”.
Sería el 16 de marzo de 2006, un día después, cuando lanzó la frase que le representó la pérdida de los puntos que le habrían costado la Presidencia de la República en esa elección. Entonces se refirió al presidente Fox, “El Memo”, como la “chachalaca mayor” y arremetió nuevamente: “¡Cállate, chachalaca!”
Ese no fue un “doble discurso”, sino el real, el sentido, el que se anidaba en su corazón con ira, con una furia desmedida que terminó por vencerle y finalmente emerge de esa forma. ¿Por qué le costó la elección? Porque el electorado, la gente, el pueblo, no aprobó ese discurso.
Tuvieron que pasar 12 años para que el eterno candidato de la llamada izquierda mexicana ganara una elección. Y el Doble Discurso fue el protagonista. El elemento que lo llevaría a lograr la aceptación de la gente que harta de la manera corrupta en que era tratado, fue encantado por el discurso que escuchaba de parte de un mensajero que supo entregar el mensaje y supo usar por fin, el método adecuado. El Doble Discurso. Método, Mensaje y Mensajero, la combinación perfecta. ¿Resultado? Obtuvo la presidencia anhelada.
El Doble Discurso, no es patente de alguien en particular. Es una herramienta muy socorrida no solo por la gente que se dedica a la política como profesión. Es de “uso universal”.
Está presente en casi todas las profesiones y en las personas que se dirigen a masas, por pequeñas que éstas sean. Y sí, también en periodistas, comentaristas, hombres, mujeres, clérigos, ministros de culto, maridos y esposas, feministas, etc. Es un fenómeno exclusivo de los seres humanos.
El Doble Discurso surge o se cultiva, se prepara cuando las personas, movidas por diferentes motivos psicológicos, generan las fuerzas de choque de un movimiento inmerso en cierta maldad moral que tiene.
Primero habrá de saquear la “fortaleza del conocimiento moral” del material con el cual construirán los atractivos para promover su mensaje. El Doble Discurso. Este es un acto de maldad moral porque se prepara con todos los agravantes de la ley. Es una perversión de la moral misma. Ergo, es un acto de la más grande y sólida corrupción.
Ahora; en todo movimiento de maldad moral o corrupción existe el doble discurso. No solo en los movimientos totalitarios, también en los democráticos. En ellos, tienen una participación importante personas que comuniquen el mensaje. Hombres y mujeres periodistas corruptibles, que se corrompan para mantener a la gente de afuera del movimiento, a la masa, ignorantes de lo que sucede dentro del movimiento.
¿Cómo? Manipulan la información a conveniencia del movimiento. Al usar el Doble Discurso se está evadiendo algo, o a alguien, para obtener esto o lo otro. Pero no se trata de solo una evasión cualquiera. Se trata de evitar que la masa sepa o se dé cuenta de lo que sucede, de la verdad, lo que representa un acto de corrupción.
Entonces, no se requiere de errores, sino de mentiras, Y hemos establecido anteriormente que el mentir es propio de gente corrupta. Ejemplo de un Doble Discurso que raya en la mentira puede ser lo siguiente: “Vamos muy bien”. “No pasa nada, abrácense”. “El pueblo bueno y sabio”. “Ya domamos la pandemia y se aplanó la curva”.
Por lo mismo, el Doble Discurso, para que sea aceptado requiere de mentiras. Para que el mal moral se escuche bien. Como no mentir, no robar, no traicionar.