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Los responsables de la salud

Alejandro Cortés.- Resulta inolvidable hacer un recorrido navegando por un río dentro de un cañón. Las cosas se ponen especialmente interesantes cuando se pierde el control y uno queda bajo el dominio caprichoso del agua, atorado en las ramas de algún árbol, como si fueran las telarañas en espera de sus víctimas.

He de reconocer que —en contra de lo que mi vanidad exigía, dado que la fama de aventurero puede caer a gran velocidad como un globo desinflado— preferí abandonar la expedición y emprendí el regreso por una de las paredes de aquel cañón hasta salir de él, a pesar de que me esperaban algunos kilómetros de caminata.

Mis compañeros decidieron seguir, haciéndose cargo de mi kayak, pues ellos conocían aquellos acuáticos vericuetos. Acordamos el plan “B” para reunirnos horas más tarde en un punto determinado y así tomamos derroteros distintos. Sin embargo, las cosas no transcurrieron de acuerdo a los planes, entre otros motivos, por que uno de nosotros (entiéndase: yo) no conocía la topografía de aquellos lugares, lo cual, como suele suceder en estos casos, incluye un “plus” a la aventura. Mis amigos tuvieron también sus dificultades, pero al fin y al cabo, todo terminó bien. Hasta aquí el relato.

Con el paso de los años uno tiene oportunidad de aprender a ser más prudente haciéndole caso al miedo, pues éste, como el dolor, es un sistema de protección. En el hombre, de forma parecida a los animales, encontramos un instinto de conservación. La diferencia está en que el ser humano tiene la capacidad de inventar soluciones diversas para protegerse ante los peligros, y los animales sólo huyen o atacan al agresor, sin capacidad de ingeniar métodos, instrumentos o aparatos.

Ante los temores que nos produce enfrentar la pandemia del Covid-19, podemos escuchar que algunos dicen cosas como: No tengas miedo. En lo personal considero que no se trata de eso. Desde mi perspectiva me parece más correcto decir: Aprovecha esos temores para ser más precavido, al tiempo de buscar los recursos humanos y sobrenaturales para no caer en la desesperación o angustia.

Esta pandemia es mucho más peligrosa de lo que algunos pensábamos hace meses, por razones elementales: El alto nivel de contagio y el hecho de que el personal sanitario, así los medios con los que ellos cuentan, están llegando a un punto de ruptura. Médicos, enfermeras y demás involucrados en los hospitales han estado sometidos a grandes presiones físicas y psicológicas, sin contar a quienes ya han ofrendado sus vidas en un trabajo que se ha convertido de alto riesgo. Seamos realistas: Cuando a un avión se le apagan los motores se viene abajo.

Ante nuestra delicada realidad, los padres de familia deben entender que están obligados a ser mucho más exigentes en el cuidado de las medidas de protección, pues en estos tiempos son ellos los principales responsables de la salud social. Es el momento de hacer valer su autoridad por encima de los deseos y caprichos personales.

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