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Expuestos Terror en el planeta

Raúl Ruiz.- Anoche tuve una visión. No fue un sueño. No. Tampoco se me apareció alguien para decírmelo. Entró a mi mente sumergida en el entresueño.

Como los yaquis, que luego de ir por el peyote, entran en trance y perciben el vaticinio de las entidades etéreas de sus antepasados; lo consumen y luego de comerlo, se sientan por horas dentro del temazcal, hasta que aparecen las visiones que les dan el rumbo y guía a sus pueblos.

Como los músicos de Tlayacapan, que aspiran el aire y soplan sus instrumentos para convertirlos mágicamente en música deliciosa. Así me llegó ese ‘ente’ y me dijo: “El único que podrá salvar a la humanidad del coronavirus y sus desgarres, es el ser humano por sí mismo. No hay medicina curativa.

Tendrá que hacer resistencia al virus con la fortaleza de su buena salud; no permitirle entrar en su cuerpo. El ser humano reacciona siempre a las amenazas biológicas que surgen para su deterioro. Crea sus defensas. Es inteligente. Pero si cae en el abandono del ejercicio, y la mala alimentación, abre la puerta para que virus y bacterias lo aniquilen.”

Mi subconsciente, en franco diálogo con esta ‘voz’ invisible, preguntaba: Se están tardando los científicos en descubrir una vacuna ¿Será que la tendremos pronto? “Tardarán en conseguir un remedio comercial. Pero la gente que no está en la dinámica mercantilista, es sabia. Conoce el poder de la naturaleza que contrarresta esos y otros males”.

En mi entelequia, adquiero conocimientos que no son propios de mi formación. ¿De dónde salen? -vete tú a saber- decía mi sacrosanta madre que en Gloria esté.

– En tu caso, traes la piel equipada con micro antenas sensoriales; recuerda que eres mitad humano y mitad reptiliano. Diría mi ANACORETA de cabecera.

Es que todos tenemos la idea que el coronavirus es una feroz enfermedad que ataca a los pulmones. Y en mi visión, el maldito virus engaña a los científicos, quienes se van con la finta. Porque, en esta película, el virus no ataca a los pulmones, sino al flujo sanguíneo para acabar con la hemoglobina y todos los condensados de la sangre.

No me hagan mucho caso, porque esta información la recibí así, en trance, como nuestros antepasados, por medio de visiones. Ya sé que me van a decir… No vuelvas a consumir eso que te afecta la razón. Pero pontificar es parte de mi misión en la vida.

En conclusión. Los obesos, los hipertensos, diabéticos, cardíacos y en general, los que sufren patologías extremas, tienen más riesgo de perder la vida. Así como los viejitos que por la edad, traen fisuras fisiológicas por donde se cuela este maldito virus letal. Éstos tendrán que buscar cómo mejorar su salud o serán los próximos caídos.

Recomendación. Las gárgaras de agua caliente con sal. Para modificar el Ph y evitar que penetre el virus. La alcalinización de tu sistema neumológico bebiendo agua, limón y bicarbonato. Y finalmente, comer todo lo que tenga proteína, hasta que se evapore ese mal.

Yo ya cumplí. ¡Usted siga muriendo de terror y de angustia!