Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Jaime Ramón Herrera Corral, el águila de sangre, instrumento de tortura al servicio del sátrapa Javier Corral. Aquel desleal que se aprovechó del esquilmo en beneficio propio, abusando de la confianza. Es el mismo que firmó, sin leer, una mentira tras otra para culpar a todos, al tiempo que engullía ostias, ahora es llamado a cuentas.
Es el karma que espera paciente el verdugo entretiene la sed de justicia con los menores que se creyeron dignos de redención, al tiempo de la traición, al más puro estilo de Judas.
Tras ocho años de abyecta sumisión ante el remedo de gobernador que casi destruye Chihuahua, Herrera Corral es presentado ante la justicia.
Hay otra charca plena de sapos en la que, unos, asustados, entierran su cabeza; otros, cínicos, se mantienen a la vista. Todos creen evadir el karma y fingen ignorar que no corre prisa para su implacable justicia.
Sus víctimas esperan restaurar todo: familia, imagen, honor y patrimonio.
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