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Juego político para una sociedad de plástico

Dr. Arturo Castro.- La política es una actividad que por más que se evada, no es posible, se encuentra en todas partes desde la casa, la plática de amigos, las bardas, espectaculares, noticias y que pensar de las redes sociales.

La sociedad habla de política como si supiera, lo hace de manera aristotélica, parece que conoce a propios y extraños, siente el orgullo de conocer a través de los medios de comunicación a los protagonistas del día.

Qué pensar cuando un saludo de mano ocasional se convierte en toda una historia de vida, mismo que representa para el político solamente uno más, es la complacencia de cumplir con un pueblo tan crítico como sufrido.

Participar en política es pensar en ella, ir del comentario a la presencia en alguna reunión convocada para su beneplácito ante el interés de los escenarios de los protagonistas que disputando el poder van por lo que sigue al corto plazo.

El juego político es milenario, el modelo mexicano como muchos más, viene de Europa, quienes se dedican a ella ni siquiera lo saben porque acostumbran hablar en cualquier foro que les dé valor a las pronunciadas mentiras verdaderas que creen ciertas.

El ejercicio político es universal, va de la aceptación social al voto electoral, de la responsabilidad legislativa a la de la filosofía religiosa, del mundo académico al empresarial.

La política es un arte frente a la imaginación social que todo lo exalta posicionándola como algo supremo, sin lugar a dudas tiene buenas ideas y muchos mejores resultados, es tan necesaria como imperante en la vida social.

De la política viene la democracia que es el poder del pueblo para decidir qué y a quién quiere en las decisiones públicas que le dejen un bienestar, una justicia social o un bien común, según lo pregonan en sus principios algunos partidos políticos.

La sociedad razona sin razonar, piensa que tiene una inmaculada verdad acerca de las creencias que le manipularon como propias, realmente parece una sociedad hermética para entender los verdaderos problemas y las soluciones que se le presentan, ocasionales o temporales.

Una sociedad de plástico que elige gobernantes al tanteo, sin revisar perfiles, tal y como semeja en sus nombramientos aquel gobierno de algún lugar del planeta, enemigo del conservadurismo, dando lugar entonces al oportunismo político.

Oportunismo político que da lugar a casualidades sin causa, cuya planeación termina en el archivo muerto, léanse algunas reformas y propuestas de ley sin sentido y algo de locura de todos conocidas.