No hagas cosas buenas que parezcan malas… Siempre hemos dicho, que en la política, la religión, los negocios y el periodismo, quien pierde la credibilidad, lo pierde todo.
Tome usted por ejemplo a Donald J. Trump, que después de perder las elecciones en donde pedía la reelección, se dedicó a tratar de desprestigiar a los órganos electorales, diciendo que había sido víctima de un robo. Después, tomó al partido republicano como su rehén político e impuso un poco más de 300 candidatos a los que personalmente apoyó y patrocinó, llegando a pronosticar un triunfo mayoritario de todos aquellos candidatos que le siguieran el juego de que había sido ilegítimamente despojado de su presidencia y que era hora de que América fuera grande una vez más, eligiendo a sus protegidos para propinarle una humillante derrota a los demócratas.
Los votantes norteamericanos no solo no escucharon el canto de las sirenas de Trump, sino que en la cámara de representantes, apenas si el partido republicano logró superar por un escaso margen a los demócratas y además volvieron a perder la cámara de senadores y varias gubernaturas.
No es difícil de interpretar que ni los mismos republicanos, estaban ya dispuestos a seguir haciéndole el juego a Trump y su palomilla de irresponsables conspiradores. El difícil juego de divide y vencerás le resultó solo al principio, pero además de hundirlo en profundos problemas legales que le pueden costar el resto de su vida en la cárcel, la gente buena prefirió la unión y resolver o dirimir sus diferencias de una manera más responsable en las urnas.
En México se desarrolla la misma obra teatral, desde luego con diferentes protagonistas y una adaptación literaria a la trama de la misma. Aquí se nos ha dividido entre blancos y oscuros, entre ricos y pobres, entre conservadores y liberales y últimamente algunos políticos nos quieren señalar como patriotas o traidores. La verdad es que la desconfianza hacia los políticos es cada vez más grande y cierto es que los mexicanos quieren que haya certeza en las elecciones, que sean eliminados los plurinominales y muchas cosas más, que den credibilidad y transparencia al sistema político mexicano.
Este domingo 13 de noviembre, cientos de miles de mexicanos salieron a manifestarse en contra de lo que dicen ser un atropello al órgano electoral del país. Cabe anotar que muchos pensamos que el modelo de la democracia que se desarrolla en nuestro país está agotado, que el órgano electoral nos resulta demasiado oneroso desde el momento mismo en que mantiene económicamente a los partidos, mismos que mantienen presupuestos operacionales cada vez más caros y por consiguiente cada vez exigen más.
Hay verdaderas mafias que se han apoderado de los partidos políticos, como un modus vivendi que les da para vivir holgadamente. Por lo mismo todo nuestro sistema electoral debe de ser revisado, adecuado a nuestra realidad económica y adaptado a una verdad, pues el pueblo mexicano ya está harto de tantos abusos.
Por lo anteriormente expresado, no nos desagrada el que se modifique profundamente nuestro sistema político electoral, pero no como lo proponen a medias tintas, porque solo generan más desconfianza y por lo tanto menos credibilidad. Suponiendo que las reformas que se pretenden son prístinas, genuinamente buscan la mejoría de nuestro sistema, ¿por qué dejar las cosas a medias? Dicen: Buscamos que ya no haya más representación plurinominal. Estamos de acuerdo, el sistema actual es una travesía de la democracia, permitiendo llegar a los curules legislativos a quienes son escogidos por los partidos después de haber sido rechazados por el pueblo.
Se pretende también que en tiempos no electorales se les niegue el presupuesto a los partidos. No se pueden dejar las cosas a medias, se eliminan los plurinominales y se elimina toda aportación del erario público a los partidos. Se elimina el otorgamiento de la publicidad oficial a los mismos (pues es una aportación adicional disfrazada) y que sobrevivan dichas instituciones políticas en base a las aportaciones de sus agremiados. No pagamos impuestos para mantener políticos.
La oferta de desaparecer al INE y reemplazarlo con el INEC, no suena nada convincente porque mantiene los mismos defectos y vicios, pero ahora al servicio de quien los propone que serían los mismos partidos, corriendo el peligro de que volvamos a gastar dinero del erario público en los mismos.
Si ya nos metimos a reformar hay que reformar bien, en primer lugar desaparecer la duplicidad que existe en este momento en que mantenernos al instituto electoral estatal, al Instituto Nacional Electoral y ambos organismos existen permanentemente existan elecciones o no. Es mucho más congruente con la intención de ahorrar el que solo exista un organismo por 6 meses cada 4 años y así nos evitamos sueldos, vacaciones, aguinaldos, viáticos, compensaciones y demás.
En cada estado se elige un órgano y al igual que en el vecino país del norte, se suman los resultados para sacar los ganadores a Presidente, los demás representantes los elige el pueblo, los sancionan organismos temporales y muerto el perro se acabó la rabia, pasadas las elecciones, no tiene razón de existir y el ahorro se antoja necesario.
No hacerlo así, un cambio estructural total se antoja a capricho, ahora quítate tú, para que me ponga yo y los mexicanos ya no nos chupamos el dedo. No se les puede tener confianza, ni a la honestidad de unos ni a la de los otros, pues con cuatro años en el poder unos, 12 otros y 60 otros más, nos damos cuenta de que todos operan igual, lo único que cambian son los nombres.
De la marcha de este domingo cuya evidencia fotográfica permite estimar la asistencia en tan solo la marcha de la ciudad de México que rebasaban los 75,000 ciudadanos reunidos, los organizadores salen y nos dan una estimación de 125,000 a 200,000 manifestantes, eso sí, sin acarreados, pura población civil.
Y todavía sale una empleada de gobernación de la ciudad de México a decirnos que hubo una concurrencia de 10,000 a 12,000 personas. ¡No hay seriedad! No puede pedir credibilidad quien ni siquiera por respeto se aproxima a la verdad. El único que mostró congruencia y solidez moral en sus declaraciones fue el senador Monreal, quien declaró: “Pido al gobierno que reflexionemos, estas manifestaciones ciudadanas que se dieron a lo largo y ancho del país, merecen ser reflexionadas, pues son señal de que México está vivo”.
Durante la manifestación más numerosa, la de la ciudad de México, José Woldenberg, orador único del evento resumió todo en una frase que lo dice todo: “México no puede volver a una institución electoral alineada al gobierno en turno”.