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Pil, artista mexicana (Parte I): En cuarentena con una señora muy exclusiva: Venecia

Irene Garcés Medrano (Especial para Juárez Hoy).- La mañana del 23 de julio de 1994, los novios salieron del Palacio de la Alcaldía al lado del Gran Canal, les esperaban amigos en góndolas que los condujeron hasta el informal banquete nupcial, en el patio interno de una tradicional trattoria veneciana, donde aguardaban parientes y cercanos.

En esa jornada luminosa, los recién casados con una eufórica comitiva, recorrieron callejones sinuosos que a veces se abren en grandes espacios, llamados “Campos”, cruzaron canales en cuyas aguas se reflejan casas y monumentos, hasta llegar a una calle ciega que asemeja a una plaza, donde una pareja de anfitriones cómplices recibe en su casa a los nuevos huéspedes con música, especialidades locales y más copas.

Abrazos y besos mientras se brinda, se canta en dialecto y cuando la temperatura sube, también se juega al aire libre en esa Venecia contorneada de agua, y con el calor, como niños con el agua, en una especie de guerra improvisada de todos contra todos, como en un divertido rito propiciatorio, que refresca y también celebra la unión entre un veneciano y una mexicana, cuyos acentos similares en su cadencia cantarina, hace pensar que se trata de dialectos siameses separados al nacer, y por cosas del destino, crecidos en continentes distantes.

Hace 26 años de ese convite, y ahora encontré a la protagonista de esta historia, Concepción García Sánchez, conocida por todos como Pil, su sonrisa que le enfatiza dos graciosos hoyuelos en las mejillas, sigue igual, como su pasión por rescatar la función social del arte. Mientras nos cuenta su experiencia como arteterapeuta, la emoción le ahoga las palabras a esta socióloga, egresada de la UNAM, madre de dos adolescentes, que con nostalgia describe a Venecia, la ciudad que la acogió, y sus inquietudes durante la cuarentena decretada en Italia por la Pandemia de Covid19.

IG: ¿Qué efecto le hizo ver a Venecia sin turistas?

CG: Fue impresionante ver cómo en poquísimos días la ciudad quedó vacía. Los primeros días era fantástico disfrutar la ciudad con menos gente, hasta que las medidas se hicieron más estrictas. Llegó un momento en que salías solo para hacer compras. Sacabas el perro y no veías una persona. Fue conmovedor ver cómo Venecia se recuperó. ¡Cuánta belleza! Una belleza fuera de lo normal, el aire limpio, el agua quieta, porque hasta ahora siempre la había visto con olas. Agua límpida, sin barcas, escuchar los ruidos lejanos, fue muy loco empezar a ver más animales y cosas así. ¡Una sensación rara!

IG: ¿Es una alegría o una pena vivir en una ciudad tan visitada?

CG: A Venecia por una parte, la amas porque es una ciudad maravillosa y por otra parte, la sufres. Soy mexicana, migrante, pero quien nació aquí, sabe cómo era su ciudad y en lo que se ha transformado, les miras el rostro y notas tristeza, la sensación de algo que amas que se está extinguiendo.

IG: ¿Cómo es Venecia hoy?

CG: Las autoridades concentraron todo en una economía basada en el turismo y ahora, sin turistas es un desastre. Las consecuencias económicas serán dramáticas. Noto con tristeza  que ya están los buitres que dan vueltas alrededor de la presa, los especuladores que se dan cuenta de que con la crisis ahora es fácil comprar. Ya de por sí, la administración local estaba vendiendo algunas propiedades históricas que ahora están en manos de norteamericanos, chinos, japoneses, alemanes, franceses e ingleses. En este momento la especulación está abierta de par en par, y si fuera una inversión inteligente con la idea de hacer algo por la cultura o los venecianos, pero lo que interesa es abrir hoteles y más hoteles.

IG: ¿Será posible rescatar a Venecia del declive que describe?

CG: Espero que esto que pasa sirva de experiencia, porque no podemos hacer de Venecia solo una ciudad turística. Se trata de un museo a cielo abierto, sus habitantes la viven y quisieran preservarla. Habría que regresar un poco a lo que era antes; promover la presencia de residentes y la vida de la ciudad. Eso sería lo más sabio para salvarla. Si persisten en un proceso de especulación Venecia va a morir. Porque ya estaba muriendo, este fue solo un pequeño respiro, pero si persisten no creo que aguante mucho porque Venecia es una señora muy delicada, muy exclusiva, muy bella, que merece y necesita muchos cuidados.

IG: ¿Cómo se vive en Venecia?

CG: Cuando llegué en el 94 tuve la ocasión experimentar una realidad realmente veneciana. En ese entonces, todavía había fiestas en las plazas, conciertos, eventos en la calle; en el verano se iba a la playa, nos preparábamos para la fiesta del Redentor, una de las manifestaciones más sentidas entre los venecianos, era una ciudad bastante viva, había 80 mil residentes, ahora quedamos 53 mil. Mucha gente se ha ido. Venecia era paradisiaca, tenía problemas como todas las ciudades, pero permitía un ritmo de ciudad a nivel humano, en la calle caminabas, saludabas, ibas a tomar algo, el spritz (aperitivo típico de los venecianos), terminabas borracho nada más de dar vueltas por tantas callecitas. Todo esto con los años cambió muchísimo.

IG: ¿El turismo es un arma de doble filo en una ciudad museo?

CG: Los alcaldes promovieron una economía que no respetaba la vida de la ciudad en relación a sus habitantes. La economía se concentró en promover la vida ligada al turismo: servicios, transportes, restaurantes, tiendas, souvenir, cosas que ya existían pero que se potenciaron cada vez más, hasta sofocar el comercio local. Venecia no es solo máscaras y vidrio, había otras manufacturas, otras artes que han ido desapareciendo. Luego la Laguna es hermosa, pero no olvidemos que estamos cerca de Marguera con hoteles que fueron creciendo. Llegó un momento en que cada hotel por ley tenía que tener su fosa séptica, pero muchas veces, algunas casas descargaban las aguas residuales directamente en los canales, un problema sobre todo en ciertos periodos del año, cuando el nivel del agua es bajo. Antes periódicamente limpiaban los canales; los vaciaban por completo, resanaban las fundamentas, son años que no veo que lo hagan. Se intensificó el tráfico, más barcas, taxis, góndolas, más de todo hasta llegar a las grandes naves, que fueron el colmo.  Empezaron a venir cada vez más grandes, hasta que llegaron cruceros gigantes, que es una cosa alucinante. Insoportable e intolerable para esta ciudad.

IG: ¿Por qué se oponen a los cruceros?

CG: La entrada de grandes naves se volvió parte de la economía de la ciudad, había muchas contradicciones que degeneraron en una lucha interna entre quienes defendíamos la laguna y quienes justificaban estos cruceros por el beneficio económico. Al comienzo, la mayor parte éramos contrarios, pero hoy día somos muy pocos. El año pasado, después del accidente de un crucero que chocó contra una barca, más de 10 mil personas participamos en una manifestación.  Al día siguiente, como si nada, llegaron de nuevo las grandes naves.

IG: ¿Por qué cada vez más habitantes abandonan Venecia?

CG: Lentamente empezaron a eliminar servicios, me viene en mente el CZ, un espacio de la alcaldía destinado a las actividades de las asociaciones, ahora lo privatizaron, la misma municipalidad que era la que gestionaba toda la problemática local, desapareció con otros entes destinados a los ciudadanos. Algunas escuelas para la primera infancia se cerraron. Entonces, con menos servicios, mucha gente hizo de todo para irse y quedamos menos. Mercados históricos como el Rialto, se reducen cada vez más, ahora quedan pocos puestos. Es triste.

IG: Su actividad le exige contacto con el mundo externo, ¿es un riesgo?

CG: Mi cuarentena empezó en modo un poco incierto, mientras decidían si cerraban o no, me preocupaba tener que ir a trabajar en un ambiente donde era posible que se presentara algún caso del virus Covid-19. Luego me llegó un email informando que suspendían los talleres de arteterapia porque encontraron casos de coronavirus en el hospital. Pero no sabía si había entrado en contacto con una persona positiva. Pasaron los días, me sentía bien, y como no tenía ningún síntoma del virus, entonces pensé que no tenía porqué preocuparme. Además, en esos momentos prefería quedarme en casa con mis chamacos.

IG: ¿Cómo pasó el periodo de la cuarentena?

CG: Limpié todos los rincones y los vidrios, arreglé el ropero. Tenía muchas ganas de pintar y como antes nunca tenía tiempo, pues aproveché la cuarentena, pinté 4 telas y me divertí haciéndolo. Me dediqué a sembrar plantitas. ¡En los primeros días de primavera me vinieron a visitar las abejas! Fue algo que me llenó el corazón, porqué percibía que aun siendo un momento dramático por la cantidad de personas que fallecieron, era también un momento de regeneración de la tierra. Sabes que las abejas están extinguiéndose y ver abejitas que llegan hasta tus flores, fue un regalo de la vida.

IG: ¿Complicado conciliar sus necesidades con las de sus hijos?

CG: Traté siempre de no perder el ritmo biológico; levantarme temprano, meditar, desayunar con mis hijos, hacer deberes, sacar el perro. Preparar la comida, meditación en la tarde, mis ejercicios, ver una película juntos. Y los chicos seguían sus lecciones por internet. Mi hijo mayor practica canotaje se lesionó el hombro el año pasado, aprovechó para hacer sus ejercicios hasta tres horas seguidas. Se volvió casi un yogui, súper elástico, un día hasta le comenté, “¡hola qué onda contigo, como has cambiado!” Estas fueron cosas muy positivas de la cuarentena. Aunque él está altísimo lo sigo viendo como mi niño, pero llegó un momento en que sentí que no lo conocía porque estaba cambiando demasiado rápido. La cuarentena nos obligó a conocernos, porque la cotidianidad no te lo permite; tienes que ir a trabajar, a la escuela, a hacer esto, a hacer lo otro. Se fue creando una sintonía que nos permitió tener cierto ritmo biológico, de mañana, tarde y noche, nunca dormí en la tarde, jamás. Aunque tuve momentos de bajón, de miedo, pero el miedo es una sensación que debe ser observada y afrontada.

IG: ¿Qué es lo que más la asusta de esta pandemia?

CG: La confusión que generó, porque el cambio de la vida fue muy rápido, en cuestión de semanas pasamos de tener toda la libertad a estar encerrados. Y coincidió en que llegaron a Europa 20 mil soldados de EU. Pensaba ¿qué venían a hacer? Parecía casi una conspiración. Se publicaban noticias que describían un complot. Qué si los chinos. Qué si “los gringos”. Qué si el virus se les escapó de un laboratorio. Que si en Wuhan había manifestaciones por el ambiente y les crearon este virus para detener todo. Qué si la Organización Mundial de la Salud (OMS) está de acuerdo con las farmacéuticas. Qué si la vacuna; en fin, demasiado, por eso hablo de confusión.

IG: ¿Llegó a temer por su vida?

CG: Como mexicana, la muerte en sí misma no me da miedo, pero me preocupa el sufrimiento que puede causar. Y con lo que vimos que pasó en Italia, sobre todo en Lombardía, la cantidad de muertos, cuando superada una cierta cifra llegó el ejército a llevarse todos los cuerpos. Eso para mí fue como un boletín de guerra. Si quieres a tu familia, en ese momento lo único que podíamos hacer era cuidarnos y estar en casa.

IG: Italia vive la Fase II de la reapertura…

CG: Me preocupa que quien gobierna se aproveche, que utilice el miedo para controlar. Ya nos tienen controlados, pero de otro modo, no así tan drásticamente. Pero que te dejen encerrado en casa, que sepan con quién vives, tus datos, con todos tus movimientos, pues eso ya no es ciencia-ficción sino cínico-control. Lo de las vacunas, no es que me guste, porque allí entra la cuestión económica de las farmacéuticas. Mi temor es el nuevo orden mundial, que ya estábamos yendo hacia allá pisoteando la madre tierra, destruyendo, se detuvo el tiempo para darle un respiro a la tierra.

IG: ¿Cuál es la enseñanza de esta tragedia?

CG: Creo que el coronavirus nos cambió la vida profundamente. No solo a nivel de economía sino también dentro de nosotros. Nos obligó a estar con nosotros mismos. Entre las consecuencias dramáticas, las mujeres que murieron durante esta cuarentena a causa de la violencia doméstica. Agradezco a la vida que hoy estamos bien y que, si es así, hay que tratar de reconstruir lo que venga, sin perder la dignidad de ser humano

IG: Y el futuro?

CG: La consecuencia de esta pandemia será la recesión económica que nos afectará a todos. Realmente no sabemos cómo será el futuro, es un periodo en el que vivo el día a día. Y si puedo hago cosas buenas, pequeñas o grandes cosas.

 

 

ESTO LO PONDRÍA EN EL SGTE ARTÍCULO con lo de la arteterapia y nuevas fotos

IG: ¿Desencantada de la Academia de Arte de Venecia? CG: La academia no tenía el nivel que me esperaba, pero fue una ocasión para  conocer la realidad de las galerías, las exposiciones, los concursos y toda la dinámica entorno al mundo del arte. Me di cuenta de que el arte se queda solo en el ámbito de las galerías y la comercialización de las obras. Durante mis estudios tuve posibilidad de participar en el Proyecto Erasmus, en Manchester, esa experiencia en otra institución artística fue edificante. Allí la educación era menos rígida, más libre con respecto a la Escuela de Venecia.

IG: Después del viaje al Estado del Chiapas, quedó encantada?

 CG: Durante el periodo de estudios en la Academia de Venecia, tuve siempre la sensación de que la función social del arte se quedaba olvidada, relegada.  Me interesaba el arte pero desde una perspectiva social.  Viajé al Chiapas después de la masacre de Acteal, cuando en el 1997 un grupo paramilitar asesinó 45 indígenas en una iglesia.  Con la comunidad zapatista pinté varios murales, puse a pintar a toda la gente de la comunidad, sobre todo a niños y adolescentes. Fue interesante ver como las comunidades vivían la pintura de modo natural, con mucha fluidez, con facilidad. Obviamente faltaba la técnica, pero eso no fue un límite para poder expresarse. Esta experiencia, me permitió ver la potencialidad y posibilidad de trabajar socialmente con el arte.

IG: Siente nostalgia de Méjico?

CG: Extraño todo de mi paìs, este año había pensado viajar porqué llevo tres años sin ir a Méjico. Habíamos pensado ir pero no se va a poder.  Así que compensé con la comida, empecé a cocinar mejicano, lo  necesitaba. Preparo sopes, huaraches, tacos, chilaquiles, todo lo que se me antoja, porqué para mí es como un modo de estar en Méjico.

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