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¿Y el terremoto “apá”?

Derechos escritos, nada más escritos, son burlas a los pueblos, momificados en códigos. José Praxedis Gilberto Guerrero Hurtado, filósofo y periodista mexicano

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Solo un menudo hemos comido en todo el día, al parecer ya no hay “pa’más”, veremos qué nos ofrece la doña para cenar, porque “la’mbre” ya empieza a apretar y necesitamos de la gasolina para poder seguir tecleando lo que van a leer, que nada tendrá que ver con la cosa esa del Covid-19 y que a todo mundo, poco a poco, está sacando de sus casillas. ¿O no?

El tema es el circo que armaron, tanto los medios informativos nacionales como el gobierno de la 4T, con la “traída” de España, de Emilio Lozoya A., un supuesto delincuente de cuello blanco que se ha pitorreado bien y bonito, de todas las autoridades mexicanas, “quesque” porque iba a soltar toda la sopa, sobre ciertos manejos indebidos de dinero y los nombres de sus cómplices o jefes que, según el “maistro”, lo implicaron, como inocente palomito, en los delitos que solo a él se le imputan.

Sabido es de todos los ciudadanos de este país llamado México, que los señores del poder judicial y no la ley en sí misma, tienen su precio y la justicia se imparte, como dice el dicho: Según el sapo es la pedrada; a más dinero, menor condena o de plano, nula justicia; estás jodido, a la cárcel, a chirona, hasta por el solo hecho de robarte un pan duro o una gallina, clueca o no.

A Emilito… nos imaginamos que así le ha de llamar su mamá, pues aunque ustedes no lo crean, incrédulas (os) lectores, de que el señor Lozoya tiene madre, la tiene, no le pasará nada en su país, por eso les jugó el dedo en la boca a las autoridades mexicas, porque sabía que no pisaría la cárcel, como hasta el momento así ha sucedido y aquí, estupefactos, nos preguntamos: ¿Y el terremoto “apa”?

Porque Emilio, lo único que ha provocado entre los mexicanos incrédulos, es que éstos solo han temblado pero de risa, por la forma en que el ex-director de Pemex se ha pitorreado de los sabios de la televisión y de los encargados de la justicia, quienes fueron los que vaticinaron que en México se avecinaba un tremendo terremoto, porque Lozoyita usaría su fuerte voz de barítono, para dar un Do de pecho y cantar todo lo que encierra en su ronco pecho. ¡Sí chucha! ¿Y tus calzonsotes?

El bato está en casa rodeado del cariño y afecto de los suyos. ¡Como México no hay dos! ¿Qué duda cabe? Eso sí, sin amigos porque éstos se le desaparecieron a Luisín, como por arte de magia, tal como le pasó a nuestra presunta delincuente, también de cuello blanco, Rosario Robles Berlanga y si está en la cárcel, es por tonta.

¿A quién se le ocurre ir ante un juez de la 4T y de apellido materno Padierna, a sabiendas de que hacía años ya había quebrado sus cañas con la tía Dolores y el cabecita de cebolla que habita en un depa, dentro de Palacio Nacional? Ahí están las consecuencias.

En fin, veremos en qué termina este show tragi-cómico-político-mediático, indigno de todos los mexicanos. ¿Se usará la figura de Emilio Lozoya Austin en la próxima contienda electoral en favor de Morena y del sexenio y creador de la 4T? Veremos y escribiremos. Quédense en casa por el amor de Dios. Vale.