Padre Mario Manríquez.- Qué lejos ha quedado ya aquel día de marzo cuando se presentó la primera defunción a causa del virus Sars-cov-2.
Parecía que sería algo pasajero, nadie pensaba que al día de hoy tendríamos más de 42 mil muertos por Covid-19 en nuestro país y que tendríamos más de 370 mil casos confirmados a partir del 27 de febrero del 2020 (4 meses y 27 días después).
El primer caso confirmado se presentó en la Ciudad de México y el primer fallecimiento por esta enfermedad ocurrió el 18 de marzo del 2020. El virus ya había causado estragos en España y otros países europeos. En medio del dolor y el sufrimiento Italia vivía jornadas de más de 500 muertos al día. La manera en que las personas terminaban sus días conmovió el corazón de los galenos quienes más de una vez expresaron su dolor en medio de lágrimas.
El Gobierno de México el 30 de marzo declaró “Emergencia Sanitaria” a causa de la pandemia que poco a poco cobraba más fuerza en nuestro país.
Lejos de crear una estrategia, el Gobierno Federal se dedicó desde el primer momento a intentar salvaguardar su imagen y a evadir toda responsabilidad en el desarrollo de la pandemia. Midiendo los cálculos políticos el Ejecutivo federal decidió esconder la cabeza y nombrar a un vocero que se encargara de hablar todos los días sobre la pandemia.
Lo más grave del caso no fue que se diera un enfoque político al manejo de la pandemia para salvaguardar el buen nombre del presidente tratando de blindar su capital político, lo más grave es que en realidad se abandonó a su suerte al pueblo y a los agentes de salud.
Hasta el día de hoy poco sabe la gente objetivamente del virus Sars-cov-2, lo único es lo que lee en internet o ve en algunos videos con información no solo variada sino muchas veces contradictoria.
El abandono de los agentes de salud ha sido una de las equivocaciones más costosas para nuestro país. No solamente recibieron tarde el equipamiento, sino que además no recibieron la atención adecuada cuando estando en el frente de batalla fueron ellos mismos victimas del Covid-19.
Se dijo a la población que permaneciera en casa y se repitió hasta el cansancio la frase “Quédate en casa”, pero no se hizo un mandato oficial sino era como un exhorto que repetía incansable Don López-Gatell; mientras Don López Obrador seguía diciendo todavía que no había que tener miedo, que nuestro pueblo tenía una fortaleza especial y que había que llevar a la familia a comer a unas fondas, así las cosas; la población recibió siempre a lo largo de estos 4 meses una información equivoca y muchas veces errónea sobre la pandemia.
Pero lo más criminal, lo que de verdad no tiene nombre es que después de tres meses de encierro en cuarentena, a la gente de buena voluntad que siguió la instrucción de quedarse en casa le salieron con las noticias de que era el momento de retomar las actividades con sana distancia; es decir, cuando los contagios estaban aumentando día con día considerablemente fue cuando se decidió regresar a gran parte de las actividades de la vida social en nuestro país.
Eso fue criminal, encerraron al pueblo o engañaron al pueblo con información absurda parando la economía, generando estrés, sin un programa de seguimiento a la población y cuando los contagios estaban ocasionando un semáforo rojo se decidió la reapertura de actividades no esenciales, ese 5 de junio se hablaba absurdamente del inicio de la nueva normalidad, algo realmente inverosímil porque supuestamente había científicos dirigiendo la estrategia.
Para estas fechas también los hospitales del sector salud comenzaron a resentir fuertemente los estragos de la pandemia de tal manera que muchos de ellos se quedaron solo con personal mínimo para atender la crisis creciente.
A mediados de junio el personal que atendía en uno de los hospitales de Ciudad Juárez era personal capacitado en otras disciplinas, pero intensivistas y especialistas de enfermedades respiratorias e incluso internistas brillaron por su ausencia; lo mismo ocurrió con gran parte del personal de enfermería que estaba simplemente agotado.
Y es que mientras Don López-Gatell se desgallitaba día con día en sus cada vez más absurdas conferencias afirmando que había disponibilidad de camas y respiradores, nunca reconoció que no hubo una estrategia para atender al sector médico ya que ellos fueron de los más golpeados por la pandemia y nunca hubo un plan de rotación, de descanso, de nuevas contrataciones en nuestra ciudad, ni en las demás ciudades de México.
Ventiladores los hay desocupados, pero difícilmente se encontrará personal capacitado para entubar a un enfermo y eso es uno de los grandes fraudes para entender la alta letalidad del coronavirus en nuestra ciudad y en nuestro país.
Súmele usted a esto, querido lector, la afirmación de que el cubrebocas no sirve, una afirmación que merecería una denuncia ante la Organización Mundial de la Salud, porque viniendo de una autoridad de gobierno siempre constituirá un delito negar medios para la salud que prescriba la ciencia.
El cubrebocas es una medida eficaz para contrarrestar el contagio del coronavirus. ¿Por qué no lo recomienda Don Gatell? Respuesta: porque es igual que Arturo Herrera; un sujeto incondicional y servil, no de la ciencia y la verdad, sino de un presidente que poco ha dado muestras de ser un hombre de diálogo.
Ante la perspectiva de nuestro país no podemos ser optimistas ante esta pandemia. Ojala un día la historia se encargue de pedir cuentas a todos y cada uno de estos actores de gobierno porque no estamos hablando de dinero, estamos hablando de vidas humanas.
¡Dios bendijo a Ciudad Juárez!