Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Andrés Manuel López Obrador es un tipo con suerte. Ganó la elección con más de 30 millones de votos, de los cuales algunos fueron por las acciones de Peña Nieto al destruir a Ricardo Anaya, y gobierna desde que era presidente electo debido a que Peña Nieto le entregó todo y lo dejó hacer todo desde el mismo mes de junio del 2018.
El país decreció desde el 2019, pero no se notó, porque llegó la pandemia y todavía hoy en septiembre del 2022 no siente culpa, ni lo culpan de nada, la pandemia es el gran pretexto. Sin embargo, han venido inversiones de muy largo plazo, en busca de un país que les dé la oportunidad perdida por la guerra Ruso-Ucrania.
Esas inversiones podrían estarse multiplicando por 10 en este y los dos siguientes años, pero no ha pasado porque requieren de energía eléctrica limpia y no la tenemos. Esa energía que necesitan y que sí somos capaces de generar y ofrecer a precio adecuado, no se puede porque quienes tienen hecha la inversión y las instalaciones listas, están detenidos por la reforma eléctrica. Esas inversiones, ahora son daños y perjuicios, que ya reclaman los dos países socios del norte y que pagaremos, sin duda alguna (35 mil millones de dólares).
La visita, desde el lunes, del Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, es para tratar de evitar que sigan creciendo esa pérdidas y que tengamos que pagar más dinero cada día. Otra preocupación de Anthony es el discurso que anunció el presidente para el día 16 y que no vaya a rasgarse vestiduras por la supuesta defensa de la soberanía, y generar un mayor daño a las relaciones entre los tres países socios.
La suerte no lo abandona, pese a ser necio o que no entiende ese tema, viene el segundo al mando del país más poderoso del mundo, a platicar con él, para cerciorarse de si sabe o no sabe el problema que está causando y que puede destruirlo todo, incluido el Tratado de Comercio.
Los autos eléctricos que ya se construyen en Estados Unidos no han abierto planta en México, precisamente por la falta de electricidad limpia. Los chips que hace Taiwán los podríamos hacer aquí, pero no hay certeza ni confianza para invertir.
Andrés Manuel es un tipo con suerte, tiene todo para sacar adelante los problemas del país, pero no quiere ceder. Ya no tiene presupuesto, y la propuesta billonaria (8 y pico de billones) del año entrante ya muestra los serios problemas que enfrenta para continuar las obras emblemáticas y los programas sociales.
La deuda del país ha crecido un billón por año, y todavía casi nadie lo sabe. Haber dejado el aeropuerto alcanzará la espeluznante cifra de medio billón de pérdidas, y eso al pueblo parece no importarle. Pese a todo, le siguen teniendo fe y creen en él.
El aeropuerto Felipe Ángeles fue diseñado en una servilleta y de ahí partió su estrecha relación con los militares, únicos que lo obedecen ciegamente. Su costo de 110 mil millones de pesos no es nada comparado con las vialidades que hay que hacer para llegar a él.
La refinería de Dos Bocas iba a costar 8 mil millones de dólares, ahora costará 20 mil millones, pero ya explicó que se les olvidaron incluir unos equipos y que Rocío Nahle, la responsable, es honesta y nadie protestó.
El meteoro caído en Yucatán y que causó la desaparición de los dinosaurios, dejó a la península sobre agua, que se mueve y conecta en canales, lagos y corrientes en todo su subsuelo; aun así, construye un tren turístico, aunque ya dijo que también será de carga, y sus costos se han elevado por la falta de planeación. Pese a todo lo sigue, aunque no podrá terminarlo en su sexenio.
Las demás secretarías olvidaron que se iban a ubicar en diferentes ciudades del país. Sus titulares ahora son sordos, mudos y ciegos, por miedo o porque no lo entienden. El presupuesto de todas las secretarías ha disminuido todos los años, al grado de que en Salud ya no tienen ni vacunas para los niños, ni medicinas para el cáncer o para otras enfermedades. Es peor, nadie tiene dinero, lo poco que hay es para el ejército, para sus grandes obras capricho y sus programas sociales de clientela política, y para lo que él mismo decida.
Andrés Manuel es un tipo con suerte. Si todo sale bien y gana su delfín, Claudia, el problema que ya tenemos se multiplicará y caeremos en desgracia, por tiempo indefinido; pero si pierde y él se va, tardaremos, al menos, diez años, y saldría barato, para recuperar lo que había en 2018.
Andrés es un tipo con suerte, porque ya logró desbaratar la alianza de la oposición y le ganó la mano tanto a Alito como a Moreira, incluso puede darle la puntilla al PRI. Ahora, si un milagro lo hiciera reaccionar, ya no hay modo de parar la caída al precipicio, ni aunque vaya a bailar a Chalma, podría reducir los daños, pero eso sería posible si vuelve a decir, para una segunda sorpresa de todos: “Que cambió de opinión” y saque a Bartlet de la CFE, libere permisos a las empresas y meta reversa a la reforma eléctrica.
Por supuesto no lo hará porque tendría que reconstruir las instituciones desbaratadas y no le alcanzaría el tiempo. Aun así, es un tipo con suerte, goza de la segunda popularidad más alta de los presidentes del mundo. Y las encuestas dicen que ganará en 2023 y 2024.