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Un solo hombre

El déspota busca siempre el medio de destruir las instituciones para lo cual le basta con someterlas a su voluntad. Salvador de Madariaga y Rojo, escritor español

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Un anciano de 75 años 75, sufre un infarto tratando de hacer el amor con una muñeca inflable. El médico diagnosticó que el infarto le vino cuando inflaba la muñeca.

Para entrar en materia, no olvidemos, como mexicanos, que la decisión de un solo individuo -él o ella-, con poder acumulado a lo largo de su mandato, se ubican, como Andrés, dentro de aquellos bribones que instalan la democracia como algo útil para, ya estando en el poder, destruirla, sustituyéndola por la voluntad de ese caudillo, de ese megalómano, de ese autócrata, de ese dictador, que por su necedad desea trascender en la historia.

A esta situación se enfrentará Claudia, cuando ya se la presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, pues detrás de ella, como sombra maligna, estará un hombre ambicioso de poder, que posee una fuerza enorme que, si la doctora no se lo quita de encima, en el buen sentido de la expresión, no entenderá que la pluralidad política, es necesaria para todo gobierno y no una barrera para el ejercicio del poder.

Ardua tarea le espera a la primera presidente de México, de ella depende tener un gobierno plural y digno o seguir siendo una tonta útil del tabasqueño, quien, aunque se retire o se jubile como lo cacarea, siempre tratará de estar detrás de Claudia, pues si le llegare a fallar o a serle desleal, para eso tendrá, de aprobarse las reformas a la Constitución, la revocación del mandato, basado en la estupidez de que… el pueblo pone y el pueblo quita, sin definir qué debemos entender los mexicanos, como pueblo o cuántas clases de pueblo hay dentro del territorio nacional.

La nación mexicana debe tener presente que el poder concentrado en un solo hombre, siempre ha sido el enemigo de la libertad y por ende de la democracia; a eso hay que agregarle también, que las instituciones legalmente constituidas desaparecen y cuando la sociedad se da cuenta de ello, es demasiado tarde, porque el corral se ha cerrado y no les queda más que obedecer ciegamente al dictador, al embustero, al canalla que los engañó, usando la palabra democracia, de la cual se valió, para llegar al poder.

En fin, esperemos que Claudia tenga la banda presidencial en el pecho, le pase la borrachera de haber llegado, como mujer, al mayor poder que existe en México y ya en la cruda, comience a gobernar tomando decisiones propias y poniendo en su lugar a todo aquel que se interponga en su camino, pues sus únicos mandantes son más de 130 millones 130 de mexicanos, para los cuales, sin distinciones de ninguna especie, debe gobernar, con todas las consecuencias que ello conlleve.

Veremos qué pasará en Venezuela tras las elecciones de este domingo. Vale.