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Un domingo comenzó

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Y sí. Era domingo cuando fue elegido presidente. Aunque el de la canción comenzó su carrera de bandido, el nuestro comenzó su misión de destruir el país. Ayer, también domingo, dio inicio una revolución silenciosa, que espero sume y sume mexicanos, hasta ser tantos como los que lo eligieron o más.

El artero asesinato de dos Jesuitas en el templo de San Francisco, en Cerocahui, fue la gota que derramó el vaso. La relación, la poquita que había, entre la Iglesia Católica y el gobierno de López Obrador, se rompió y ayer iniciaron las primeras jornadas y manifestaciones, con la oración y la unión de los católicos y tantos y tantos agraviados para obligar al presidente a revisar su política de seguridad.

Las muestras del músculo religioso se dejaron sentir en todo el país, en silencio y con serenidad, pero seguros de que no hay otro camino para el país que salir a las calles y desde los templos hacer la tarea silenciosa, pero segura y en paz, con la palabra para liberar conciencias y encaminarlas a un despertar ciudadano que evalúe el entorno en el que vivimos bajo un gobierno populista que no quiere asumir la responsabilidad que le corresponde de combatir el crimen organizado.

La política de Abrazos ha dejado más muertes que los dos sexenios previos juntos, pero hay una férrea narrativa que pretende hacernos creer que todo es producto de aquella corrupción del pasado.

Es cierto que no hemos tenido los gobiernos honrados, mucho menos a los gobernantes limpios y éticos y que no íbamos ni estábamos bien; por el contrario, la muerte de Echeverría nos recuerda el desastre social y económico en que hemos vivido, solo que la dimensión del desastre que ahora nos obligan a vivir es muy superior a todas las anteriores.

La muerte de 54 ciudadanos en un tráiler es una muestra de los negocios de la propia autoridad que ya fue sorprendida acarreando con altísimos cobros a migrantes que cruzan el país protegidos por patrullas de la GN.

La inflación que ahora cargan los más pobres impide que puedan acceder a los productos básicos para alimentarse. El precio de los combustibles dificulta el trabajo de todos y empuja los precios al alza. La no persecución de bandas del crimen organizado ha propiciado guerras por territorio que están fertilizando con sangre el suelo nacional.

La corrupción sigue campante en todas partes, aunque ya no exista, según la narrativa presidencial. El asesinato del ampayer Berreza en Cerocahui, la persecución y asesinato del guía de turistas por pedirle mesura al “Chueco” ante los turistas, propició que también fuese asesinado y de ahí se siguió con el artero, inútil y profano asesinato de los dos jesuitas y el secuestro de otros turistas.

La Iglesia, que debe conservarse separada del Estado, ya no pudo más y decidió salir con las armas a su alcance. Las jornadas de oración, homilías y procesiones, amén de la influencia que todo sacerdote ejerce en su parroquia, estarán  dedicadas a abrir los ojos a los más pobres que son la base del actual gobierno; aunque AMLO lo dijo de otro modo: entre más ignorantes más votan por nosotros.

No sé, porque no soy religioso ni sé qué tanta influencia tengan en la población. El 80% son católicos en México, pero nadie en su juicio desdeñaría ese gran poder de la Iglesia. Aun así, López Obrador decidió ignorarlos y hasta los agredió y ofendió, llevándose entre los pies a los judíos, por un pleito estúpido con Alazraky por parte del presidente que no mide sus reacciones ante la legítima crítica del periodismo.

A eso hay que sumar que en Aguascalientes regresaron a dos cubanos desertores de la dictadura, quienes fueron condenados a nueve años de prisión por desear la libertad. El compromiso y admiración a Cuba es tal que simplemente los repatriaron mandándolos al sacrificio.

Todo gobernante cava su propia tumba, la historia no miente y AMLO no es la excepción. Perdida la realidad de ser presidente y creer que es un mesías, lo ha perturbado a tal grado que ya no distingue con quién pelea, sino que a cada paso y cada palabra, que da y dice, abre más frentes.

Su destino está marcado y su pase a la historia asegurado como el peor presidente de la historia de México.