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Último verano

Pronto olvidas todo, pronto serás olvidado. Marco Aurelio Antonio, emperador romano

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- En el mensaje que en días pasados dirigió el Viejo a la nación mexicana con motivo del quinto aniversario de su llegada al poder por mandato popular, se le olvidaron muchas cosas, no por la vejez, sino intencionalmente, pues el macuspanense es un zorro político de siete suelas.

Por ejemplo, no habló de los ciento y tantos mil muertos que por una u otra razón van en su sexenio; no mencionó el desastre que le causó al sistema nacional de salud, no habló de la escasez de alimentos porque el campo está abandonado; no habló del bajo crecimiento económico, no habló de la inflación, ni del cierre de las estancias infantiles, ni de la desaparición de los fideicomisos, ni del aeropuerto que iba a ser uno de los mejores del mundo, no habló de Dos Bocas, que a meses de su supuesta inauguración, todavía no refina ni un litro de gasolina y mucho menos del fraude de Segalmex.

A eso agréguesele la criminalidad que campea por todo el territorio nacional, donde cobra macabra notoriedad, el despiadado asesinato de un michoacano que ninguna autoridad pudo proteger, donde el atraco a una joyería del centro comercial Antara fue un caricaturesco episodio que la policía capitalina, en 8 minutos 8, no tuvo ninguna capacidad de respuesta; afortunadamente, no hubo personas lesionadas.

En esa pantomima de festejo, no se trataba de que AMLO señalara sus fracasos sino sus “logros” que solamente existen en su calenturienta mente y ante tanta incapacidad gubernamental, recordamos que, según los enterados, la ineptitud también es corrupción; sin embargo, en su último verano como gobernante (?), lo que ahorita le importa al jefe y le quita el sueño, es el mediocre carnaval de sus corcholatas que no pegan en los ciudadanos ni con “kola loka”, que no despegan ni con un cohete de Wernher von Braun y para colmo de sus males, con su aberrante actitud, lanzó al plató político nacional a una indígena senadora (Xóchitl), que ahora no haya como demeritarla o quemarla, ya sea en la hoguera o en sus mañaneras.

“Sic transit gloria mundi”. Vale.