Raúl Ruiz.- “Cuando quieras ocultar algo, simplemente ponlo a la vista”. Es un consejo valioso en el juego de la política, la guerra… y el amor.
Mucho se ha escrito sobre “el arte del engaño”. Si en el ejercicio del engaño, pones a la vista lo que quieres ocultar, pasará inadvertido, a menos que el patrón resalte y se desvele el secreto. Por eso los espías más efectivos y letales de la historia, se cubrían bajo el fulgor e incandescencia de los candeleros del momento.
Mata Hari, la más famosa; Harold Adrian Rusell Philby, más conocido como Kim Philby; Juan Pujol García, conocido como Garbo, español, entre otros.
El espionaje y contraespionaje existen desde tiempos inmemoriales. Ya los aplicaba Tzun Tzu desde el año 722 Antes de Cristo. No es una novedad. En los tiempos de la guerra fría, los espías cobraron relevancia inusitada y mutaron a una generación más complicada: LOS AGENTES DOBLES.
Los agentes dobles son individuos que trabajan como espías o informantes para una agencia de inteligencia o gobierno, pero que también actúan secretamente como agentes de otra entidad o país en el mismo periodo de tiempo.
Topos o Moles, les dicen en el argot del espionaje. Sobre todo, en el espionaje de ficción. Los agentes dobles son reclutados con el propósito de obtener información privilegiada de una organización o país enemigo y, al mismo tiempo, proporcionar información falsa a sus empleadores originales.
Su función es obtener datos cruciales y confidenciales de ambos lados y, en última instancia, socavar la seguridad y los intereses de las agencias o naciones que los emplean.
¿Qué los motiva a traicionar a uno y a otro a la vez? Las motivaciones para convertirse en un agente doble pueden variar, pero a menudo se deben a razones financieras o de poder. Algunas personas pueden sentir lealtad hacia su país de origen, pero también pueden ser atraídas por incentivos, como dinero, venganza, protección o la promesa de una nueva identidad en otro lugar.
La posibilidad de que la información que están recibiendo y traspasando sea engañosa o manipulada, compromete las operaciones de seguridad y puede llevar a consecuencias potencialmente catastróficas. Es por eso que la detección y la contrainteligencia son fundamentales para identificar y neutralizar a estos individuos.
Todo este choro viene a cuentas, luego que cayera en mi correo una extraña fotografía. De esas veces que intentas poner en práctica habilidades encubiertas, como la de descifrar historias a través de una fotografía. FOTOGRAFÍA NARRATIVA, le dicen.
La fotografía narrativa es aquella imagen que nos cuenta una historia. Esta historia se logra contar gracias a los elementos que se logran ver y los que no se ven, pero se sugieren estuvieron ahí.
Les describo la foto: En la imagen aparecen personajes que aparentemente charlan en lo que parece ser un salón de conferencias, una biblioteca. Inocentemente, usted dirá… platican sobre el tema de una clase o tal vez de un libro.
El caso es que uno de los personajes es el ex diputado Ulises García, ficha principal del equipo de Juan Carlos Loera De la Rosa, quien, como todos sabemos, trae envenenada la sangre y no oculta su intención obsesiva de descarrilarle a Cruz Pérez Cuéllar la posibilidad de reelegirse.
Y frente a él, charlando amigablemente, Valeria Aguirre, de Transparencia Municipal, y Daniel Zamarrón, director de Parques y Jardines municipales, piezas importantes del alcalde de esta frontera.
Así el contexto cambia. La narrativa de la foto es otra. Las preguntas cambian. ¿De qué hablan? ¿Quién quiere información, y a cambio de qué? El punto frágil aquí es Valeria, por la información a su cargo. ¿No? ¡Changos!
Aquí podríamos tener una doble conjetura.
1. Cruz incrusta sus topos en las filas de Loera.
2. Loera recluta a Valeria de Transparencia, ya que ella tiene toda información del servicio secreto del municipio.
¡Nomamespancho! ¡De aquí saco un novelón!