Alejandro Zapata Perogordo.- Por más que quieran pintar un mundo maravilloso, afirmando que hace siete años inició un nuevo rumbo con esperanza, dignidad y voluntad democrática, donde cupiéramos todos, un gobierno cercano a la gente y atendiendo sus necesidades; sin embargo, esos comentarios, además de falsos, son completamente contrastantes con la realidad.
Es innegable –eso sí– la transformación, los cambios son evidentes, fundamentalmente en el sistema, tanto en los órdenes como en los diferentes niveles de gobierno, imponiendo nuevas reglas con la tendencia de robustecer el presidencialismo a ultranza, a costa de libertades ciudadanas y el régimen institucional.
En efecto, el diseño impuesto va encaminado hacia la ruta de concentrar el poder en el Ejecutivo, a la par de su conservación en la élite gobernante, para lo cual primero se dedicaron a doblegar a los organismos electorales y, conseguido ese objetivo, que los dotó de mayorías artificiales legislativas, el siguiente paso lo concretaron tomando el control del Judicial, especialmente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que hacía el papel de contrapeso en sus excesos.
Ahora van por una reforma electoral con la intención de asegurar las mayorías legislativas, en aras de evitar que los opositores hagan sombra en las Cámaras. ¿A eso le llaman voluntad democrática? Hablan de diálogo, consensos y acuerdos, que solamente son producto de su imaginación, pues ni López Obrador ni en el actual sexenio se ha visto acercamiento alguno con líderes políticos de partidos diferentes a sus aliados.
Lo que sí se aprecia son las mentiras cotidianas que desde hace siete años vienen diciendo. Ahora que los americanos nos han apretado, resulta que, sí se producía fentanilo en México para ser enviado a los Estados Unidos, se han desmantelado más de mil laboratorios; igual con el huachicol, con robos descarados, transportado en barcos y trenes, hasta una refinería en Veracruz, curiosamente sin detenidos, con Pemex quebrado y convertido en un barril sin fondo y; para colmo de males, instituciones financieras señaladas por lavado de dinero.
Además, resulta extremadamente extraño que un personaje público ampliamente conocido como boxeador profesional, fuera detenido en el país del norte y, a la vez, se informara que existía una orden de aprehensión en su contra aquí en México desde hace varios años, sin haberse ejecutado, lo que resulta inconcebible.
Hablan del pueblo y dicen estar de lado de la gente, de su dignidad, esperanzas y necesidades, pero no se tentaron en lo más mínimo el corazón, fueron completamente insensibles al desmantelar el sistema de salud, dejando sin acceso al servicio médico, hospitalario y sin medicinas a amplios segmentos de la población, que quedaron y aún siguen, desprotegidos. Lo mismo ocurre con las madres buscadoras, quienes además de sufrir la pérdida de seres queridos, también padecen el desdén oficial.
Aunado al lastre de la corrupción que impera como una práctica común casi en todas las dependencias de gobierno, me pregunto ¿de qué dignidad hablan, si despojan a la gente de sus viviendas y mandan grupos de choque a destruir los negocios?
Nada que festejar y mucho de qué preocuparnos, pues un gobierno que no es afín a la democracia ni al humanismo, resulta ser un gobierno ineficaz.