Raúl Ruiz.- Ustedes habrán de disculpar, pero este texto es parte del material que saldrá publicado en mi siguiente libro sobre el tema de las elecciones en Chihuahua, cuyo título será: “Escenarios 27… Señales” y circulará para finales de agosto o principios de septiembre.
Ya para entonces serán más claros los indicios de quiénes serán los competidores, qué armas portan, cuántas canicas llevan en la mochila y qué jabón los patrocina. Mientras tanto, los aspirantes se preparan para la batalla y van juntando sus pertrechos.
Entre otras cosas, conseguir buenos estrategas y asesores políticos que los aconsejen. Veamos.
Un estratega es una persona que se especializa en diseñar y ejecutar planes a largo plazo para alcanzar metas o resolver problemas complejos. Esta función es fundamental en diversos campos, como el militar, empresarial, político y social.
¿Qué hace un estratega?
1. Análisis y Evaluación: Examina detenidamente la situación actual, identificando fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas (análisis FODA). Primero un diagnóstico.
2. Define Objetivos. Establece metas claras y alcanzables, alineadas con la misión y visión de la organización o proyecto.
3. Diseña planes de acción detallados para alcanzar los objetivos establecidos, considerando diferentes escenarios y alternativas.
4. Supervisa la ejecución del plan, asegurándose de que todas las partes involucradas estén alineadas y trabajando en conjunto.
5. Evalúa continuamente el progreso y hace ajustes según sea necesario para asegurar que se cumplan los objetivos.
Características de un buen estratega
– Tiene una visión a largo plazo y capacidad para anticipar y planificar a futuro, considerando el panorama general. Esta es, por cierto, mi especialidad, para lo cual me asisto con los principios y preceptos que marca la ciencia de la prospectiva, entre otras herramientas científicas como el estudio de la Teoría del Caos.
– El estratega posee un pensamiento crítico y habilidad para analizar información compleja para tomar decisiones informadas. No es fan de su cliente, no se presta al degradante acto de la genuflexión.
– Tiene capacidad para generar ideas nuevas y soluciones fuera de lo común.
– Habilidad para influir y motivar a otros hacia la consecución de metas comunes.
– Se caracteriza por su adaptabilidad. Flexibilidad innata para ajustar estrategias según cambien las circunstancias.
– Y por supuesto habilidad para transmitir ideas y planes de manera clara y persuasiva.
Es una chamba que exige cacumen, horas nalga para leer, observar, pensar, diseñar, hacer ejercicios de prospectiva, planificar.
Hasta aquí una breve definición del estratega y sus habilidades. Este razonamiento inicial es parte de una cátedra que me permito dictar a mis alumnos universitarios que pretenden un día dedicarse al noble oficio de la asesoría política.
Y la acompaño con otra enseñanza, que tiene que ver con la materia de comunicación, por si pretenden, además, ofrecer sus servicios de asesoría en medios y gestión de imagen pública. Les inculco la intención de convencer a sus asesorados, de crear y usar la información para conectar con su mercado meta.
Crear discurso. Discurso que establezca lazos de confianza y afecto mutuos entre el político y su elector. Nunca animadversión o negatividad. Sin mentiras, engaños o simulaciones. Confeccionar y seleccionar profesionalmente cada palabra para producir marca.
Crear una narrativa creíble. Basada en un relato o una serie de relatos, para que el consumidor asocie con facilidad la información emitida y compre su imagen. De esta forma, se protege contra las embestidas de la diatriba, ataques de desprestigio, disfrazadas de contradiscurso.
El contradiscurso es un concepto fascinante dentro de la teoría de la comunicación y la crítica cultural. Se refiere a la creación de discursos que cuestionan, desafían o contradicen las narrativas dominantes y las ideologías establecidas en una sociedad.
Estos discursos alternativos, cuando se usan para mejorar la sociedad, buscan revelar las desigualdades, injusticias y opresiones que suelen ser ocultadas o naturalizadas por los discursos hegemónicos. A menudo se asocia con movimientos de resistencia y lucha por la emancipación.
El contradiscurso no solo opera a nivel textual, sino también en el ámbito de la práctica social y política. A través de acciones, protestas, arte y otras formas de expresión, los individuos y colectivos pueden crear y difundir contradiscursos que cuestionen el status quo y promuevan el cambio social.
Pero, si el contradiscurso está contaminado con mentiras, con falsa información, retórica barata… se les revierte. Se produce el efecto boomerang. O sea que las acciones mal hechas, producen un resultado inverso al esperado.
Ya ha ocurrido con antelación en elecciones pasadas aquí en Chihuahua. Los casos más recientes han sido: la elección de 2021, cuando le surtieron con todo a María Eugenia Campos Galván. Amenazas, denuncias, persecuciones, señalamientos, incluso hasta casi la llevan al encarcelamiento.
Operó el efecto boomerang y se les revirtió la intención a los coludidos. Me refiero a Javier Corral Jurado, entonces gobernador panista, enemigo mortal de Maru, a quien no le importó que fuera de su mismo partido.
Prefirió Corral confabularse con los candidatos de Morena, Juan Carlos Loera De la Rosa, y del partido naranja, Alfredo “El Caballo” Lozoya, que apoyar a su compañera de partido. El resultado fue apabullante, ahora ella es gobernadora.
Y el caso más reciente, la elección para alcalde en Ciudad Juárez, junio 2 de 2024, cuando pasó lo mismo. A Cruz Pérez Cuéllar le echaron montón. ¡Corrupto!, ¡corrupto! Se la pasaron repitiendo como pericos y a la hora de ir a las urnas, les propinó una derrota histórica, más de 350 mil votos, humillando a su más cercano adversario, Rogelio Loya Luna, por 3 a 1.
¡Nos la perezcuellaron! Gritaban eufóricos sus simpatizantes.
Lo que ahora me produce arcadas de risa, es que ante la posibilidad de que Cruz pueda ser el candidato de Morena a la gubernatura, persistan con la estrategia de seguir ensuciando su imagen con los mismos argumentos mercadotécnicos que nunca les funcionaron.
Mientras sus opositores siguen enceguecidos, él sigue ganando terreno en su propósito original, una realidad intersubjetiva que le está produciendo ganancias al “hacer sentir” a la opinión pública, que es la opción más confiable para ganar las elecciones del 27.
De manera increíble, vemos a su némesis, Juan Carlos Loera, inmerso otra vez en su estrategia de odio, con la cual perdió todo.
Su pretensión ahora es la de conseguir la candidatura a la alcaldía de Juárez, obsesión que no le permite pensar con lucidez, llevándose entre las patas de sus caballos, a simpatizantes ingenuos que hacen ese trabajo sucio a través de corifeos clandestinos.
Un estratega sensato, sabe que la definición se encuentra en la cúpula guinda, desde donde se determinará si la candidatura se otorga a quien demuestre garantía de cohesión entre los diversos segmentos de la sociedad, acuerdos, convenios, compromisos políticos o simplemente privará la designación por paridad de género.
Por lo pronto en Morena hay dos alternativas en movimiento: Cruz Pérez Cuéllar o Andrea Chávez Treviño.
Apenas comienza el año. Es el arranque.