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Ser estudiante

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Ser estudiante

Aída María Holguín Baeza.- En el marco del Día del Estudiante, resulta obligatorio reflexionar en torno a lo que significa ser estudiante.

Para la RAE, “estudiante” se refiere no solamente a la persona que cursa estudios en un establecimiento de enseñanza, sino también a un adjetivo que expresa la cualidad del sujeto “que estudia” o, usado como sustantivo, para nombrar a la persona “que estudia”.

Adjetivo o sustantivo, la clave para comprender lo que en términos amplios y explícitos significa ser estudiante está en integrar el significado y alcance del verbo “estudiar” porque, según la misma RAE, “estudiar” no solamente debe ser entendido como la acción de recibir enseñanzas en las universidades o en otros centros docentes, sino también como la acción de ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender algo.

Claro que, para entender lo que realmente significa e implica ser estudiante, también es imprescindible saber que no es lo mismo que ser “alumno”. Y es que, si bien ambos vocablos tienen una estrecha relación, su uso no debe de ser de forma indistinta porque ser “alumno” se refiere a recibir enseñanza, respecto de un profesor o de la escuela, colegio o universidad donde estudia, y ser “estudiante” va mucho más allá.

Entonces, a diferencia de lo que implica ser alumno, ser estudiante traspasa el espacio físico de los centros o establecimientos de enseñanza; por ende, ser estudiante no consiste única y exclusivamente en recibir enseñanza de un profesor o en la escuela, sino también en aprender sin profesores de por medio y fuera del espacio escolar.

Ser estudiante se trata pues de ejercitar, con o sin profesores, dentro o fuera de la escuela, el entendimiento para alcanzar o comprender algo. Y es en ese entendido que lo expresado por Sydney J. Harris adquiere mayor significación dado que, como bien lo dijo: En su nivel más alto, el propósito de la enseñanza no es enseñar, es inspirar el deseo de aprender. Una vez que la mente de un estudiante se incendia, encontrará la manera de proporcionar su propio combustible.

Eso de lo que hablaba Harris es a lo que seguramente se refería su contemporáneo Paulo Freire al aseverar que profesores y alumnos, corresponsables de la realidad, son ambos sujetos, no solo en la tarea de develar esa realidad, y así llegar a conocerla críticamente, sino en la tarea de recrear ese saber. A medida que alcanzan este conocimiento de la realidad a través de la reflexión y la acción comunes, se descubren a sí mismos como sus recreadores permanentes.

El asunto es que, si se considera la función, el alcance, la trascendencia y la repercusión de lo que realmente implica ser estudiante, queda más que claro que ser estudiante es un deber -humano y ciudadano- permanente y, por lo tanto, debe ser una actividad habitual y perpetua.

A modo de reflexión sumativa, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el filósofo y escritor estadounidense Eric Hoffer: La sociedad verdaderamente humana es la sociedad del aprendizaje, donde los abuelos, los padres, los jóvenes, los adolescentes y los niños son todos estudiantes.

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