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Resonancia mundial

Raúl Ruiz.- En mi columna anterior os dije que siempre he sido un estudioso de la guerra, sólo eso, no como algunos de ustedes, que son expertos en ella y se solazan en publicar sus doctas opiniones.

Primero que nada, diré que Donald Trump no es ningún pendejo. Podrá ser un misógino, xenófobo, racista y tantas otras cosas de las cuales se le acusa, pero pendejo no. Iracundo, pendenciero, fanfarrón y tal vez, un HDPM, pero pendejo, no.

Tal vez, el impulso de su demoníaco ego lo obligó a cometer la pendejada de ordenar el ataque a Teherán y con ello inmiscuirse en la guerra que sostienen Israel y Palestina durante décadas. Pendejada de la que Bernie Sanders, ícono de la izquierda norteamericana, se asiste y lo arrastrará a una pelea en el callejón.

“El único que decide declarar la guerra a otro país, ¡Es el Congreso! El presidente Trump no tiene el derecho de hacerlo.” Dijo ante una multitud, mientras en el Medio Oriente, el fuego cae del cielo y destruye todo a su paso. Tal como lo indica la Biblia en su narración del Apocalipsis.

Luego del bombardeo a las instalaciones iraníes donde se desarrollaba un importante programa nuclear (Que por cierto no era de construcción de una bomba nuclear), comienzan a agarrar bando los amigos de los iraníes.

La situación actual tras el bombardeo de Estados Unidos a Irán ha generado muchas especulaciones sobre posibles alianzas, pero la realidad geopolítica es más compleja de lo que parece.

Irán cuenta con una red de aliados conocida como el “Eje de la Resistencia”, que incluye a grupos armados como Hezbolá en Líbano, Hamás y la Yihad Islámica Palestina en Gaza, los hutíes en Yemen y milicias chiíes en Irak como Kataib Hezbollah. Mosquitos que sólo causan irritación, versus el armamento colosal del ejército norteamericano.

Estos actores podrían intensificar ataques contra intereses estadounidenses o israelíes en la región, pero su capacidad está limitada por conflictos internos y desgaste militar.

En cuanto a países aliados, Irán mantiene vínculos estratégicos con Rusia, China, Venezuela y Corea del Norte. Sin embargo, estos lazos son más económicos y diplomáticos que militares. Por ejemplo, aunque Rusia ha cooperado con Irán en temas como el suministro de drones, no existe un tratado de defensa mutua que obligue a Moscú a intervenir.

China, por su parte, ha sido un socio comercial clave, pero evita involucrarse directamente en conflictos armados. Sólo espanta con el petate del muerto mostrando un par de navíos que flotan en aguas del golfo Pérsico.

Todavía es temprano para saber quiénes podrían aportar apoyo militar, pero Irán podría recibir apoyo simbólico o indirecto de algunos países y grupos, por lo que es poco probable que se forme una coalición internacional dispuesta a lanzar un contraataque militar directo contra Estados Unidos. La mayoría de sus aliados están debilitados o prefieren evitar una escalada global.

Irán ya ha comenzado a responder al bombardeo estadounidense con una ofensiva directa: lanzó una serie de misiles contra Israel, dejando al menos 11 personas heridas y causando daños en Tel Aviv, Haifa y otras zonas del país.

Esta acción fue presentada como una represalia inmediata por el ataque a sus instalaciones nucleares, que incluyó el uso de bombas antibúnker GBU-57 por parte de bombarderos B-2 estadounidenses.

Además del ataque militar, Irán ha elevado su retórica diplomática. El ministro de Exteriores, Abás Araqchí, advirtió que se reservan “todas las opciones para defender su soberanía” y que habrá “consecuencias duraderas”. Bla, bla, bla.

También se ha reportado que el líder supremo, Alí Jameneí, desde un búnker, ha iniciado un proceso de sucesión acelerado, lo que sugiere que el régimen se prepara para una etapa prolongada de crisis.

En el plano internacional, Irán ha solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, con el respaldo de países como Rusia, China y Pakistán. Mientras tanto, grupos aliados como Hezbolá han condenado el ataque y declarado que EU es “la mayor amenaza a la seguridad regional”.

Por el momento, las cosas están así… De modo que el temor por la posibilidad de un ataque a Fort Bliss la vamos a dejar para después, ¡Mucho después!

Dije al principio que Trump no es un pendejo. Él sí tiene docenas de asesores que tienen el pulso de la guerra y le alimentan la arrogancia, el engreimiento y la soberbia al compararlo con un Dios. El Dios de la guerra nuclear.

Ay de aquel que le recomiende, sensatez, sentido humanitario, piedad. Será un traidor ante sus ojos. Pero los palestinos tampoco son pendejos y tienen lista ya una reacción letal que podría comenzar con el cierre del estrecho de Ormuz.

Échenle un vistazo a un mapa. El Estrecho de Ormuz es una arteria de sólo 34 km de ancho. Por ahí pasa el 30% del petróleo global y 1/3 del gas natural licuado. Según los expertos, es el punto más crítico del comercio energético mundial.

Irán planea bloquear el paso a buques vinculados con Israel, pero un cierre total podría colapsar la economía mundial.

¿Qué pasaría si se cierra completamente? El precio del crudo podría subir a más de 130 USD por barril. Las cadenas de suministro se paralizarían. Suben los seguros de envío. Racionamiento de energía en países importadores como China, India y Japón. Inflación global imparable.

Aquí es donde Alasraki y su nido de arácnidos comenzarán a culpar a Sheimbaum y su estupidez de terminar la refinería de Dos Bocas; y Chumel y Salais a hacer responsable a Cruz Pérez Cuéllar, por cualquier cosa, incluso, podrían acusarlo de espía por haber ido a Taiwán. Lo que sea, con tal que le quiten la visa para pasar al Chuco.

Regreso al tema principal. El estrecho de Ormuz no es solo una vía marítima, es un pilar de la estabilidad global. Cerrar el estrecho también golpearía a Irán, que depende de esa misma vía para sus propias exportaciones, pero dicen que más vale morir de pie, que vivir arrodillado.

Aquí tenemos una jugada de negociación, un respiro antes del estallido de la tercera y última guerra mundial. ¡Qué nervios!