Aída María Holguín Baeza.- Hace poco menos 5 años, Sebastian Thrun, investigador y profesor de ciencias informáticas en la Universidad de Stanford, comentaba que, en el campo de la educación superior, muchos han preguntado si (o cuándo) la educación digital reemplazará la educación en el campus.
Sin imaginar que cinco años después una pandemia obligaría a que la educación digital (y electrónica) fuera la única opción para desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje (no solamente en la educación superior, sino en todos los niveles educativos), Thrun se cuestionaba qué tan diferente podría ser la educación digital y a dónde nos llevaría.
Hoy, esa diferencia ya la sabemos muchos porque, ya sea como alumnos, como padres, como docentes o como autoridades educativas en ámbito escolar, hemos tenido que vivirla (no solo saberla) sin que nadie dijera oportunamente “¡agua va!”
Y aunque todavía no hay una respuesta amplia y definitiva para la pregunta ¿A dónde nos llevará?, por lo pronto ya nos ha llevado visibilizar el histórico problema brecha digital, la importancia de la alfabetización digital en todos los sectores y aspectos de la sociedad, y que lo importante no es garantizar el “Internet para tod@s”; es decir, que lo verdaderamente importante es que todos contemos con las destrezas básicas para manejar equipos y programas, y que además tengamos la habilidad para utilizarlos de manera funcional y efectiva.
De ahí que, como bien lo dijo Viveka Von Rosen, acceder y adaptarse a la tecnología sigue siendo un desafío. Un desafío mayor para México, porque la pandemia por Covid-19 ha dejado en evidencia la magnitud real de la brecha digital y el analfabetismo digital que existe en el país.
Entonces, con el ya anunciado regreso a clases en línea o a distancia, el reto a superar radica no solo en la adecuación de los contenidos y metodologías educativas para tales modalidades, sino en lograr que los diferentes actores de la comunidad educativa (incluyendo al gobierno) asumamos comprometidamente el papel que a cada uno nos toca desempeñar para enfrentar efectivamente los grandes desafíos de la educación en tiempos de pandemia (o sea, la educación a distancia o en línea).
En ese contexto, resulta necesario reconocer que no todos estamos hechos para la educación a distancia, digital o electrónica. No obstante, también es necesario aceptar que esas modalidades educativas ya están aquí, que son imprescindibles, que son inevitables y que son ineludibles; por lo tanto, deben ser adoptadas -por tiempo indefinido- por todos los niveles de educación pública y privada. Situación que, sin duda alguna, demanda (estemos hechos para ello o no) un mayor esfuerzo y sacrificios en pro de la educación de los mexicanos, y eso también es ineludible, inevitable e imprescindible.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho desde hace 20 años por la investigadora, escritora y experta en eLearning, Donna J. Abernathy: “La educación electrónica (y digital) no es la próxima gran cosa; es la gran cosa ahora.”
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Integrante de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.