Dr. Arturo Castro.- El poder político siempre ha estado por encima del poder público. A través de este se llega y se mantiene la toma de decisiones fundamentales, tanto internas como externas, frente a una sociedad observadora y desconfiada.
La política se refiere a todo aquello relativo a la ciudad, el término viene de las polis griegas y ha subsistido a lo largo del tiempo, desde aquel manual denominado el político que escribió el gran filósofo Aristóteles.
A través de las acciones se muestran realidades comprometidas en las demandas sociales, que en la búsqueda de su bienestar, justicia social o bien común se desee tener un producto terminado acerca de las ideas y la planeación realizada en el ámbito gubernamental.
Aunque la política es real, tiene mucho de fantasía, desde aquel prometer y no cumplir, hasta la colocación de primeras piedras e inauguraciones que van desde lo material a lo fantasmal.
La fantasía política existe, ofrece un espacio para no dar cuentas de los problemas existentes, es la felicidad de una sociedad, dominada por un sistema sin importar ideologías o partidos, es inquieta pero conforme.
La sociedad civil vive la normalidad de siempre frente a un gobierno haciendo lo de siempre, preocupado por la cobertura oficial y el desarrollo comunitario, pero sin los recursos económicos aplicados correctamente.
Se ataca un pasado corrupto con ineficiencia, es que la capacidad está ausente por desquitarse de algo que no existe físicamente, las ideas se quedan en eso, son palabras sin dirección y sin presente, mucho menos un futuro que se acerca.
El gobierno tiene una función más política que administrativa y mucho menos operativa, por lo que no llega a reflejar soluciones de fondo ante la sociedad que demanda lo necesario para una vida mínima ejemplar.
Por otra parte los proyectos nacionales impactan solo a ciertos sectores o regiones del país, es lo menos que existe en un México donde la política de intereses creados aparece en los más diversos ámbitos.
Ejercer el poder y ejercerlo bien, terminar y terminarlo bien es la clave para cumplir sin mentiras verdaderas convertidas en fantasías de aquello que nunca llega.
Las realidades y fantasías políticas existen dependiendo de los protagonistas que puede ser un alguien o un tal por cual.
