Alberto Ramos Garbira.- Hasta este momento los ministros anunciados por el presidente electo muestran un equilibrio entre los representantes de la izquierda democrática (Patricia Ariza, Carolina Corcho, Susana Muhamad), con tres liberales moderados (J.A. Ocampo, Cecilia López, Alejandro Gaviria).
¿Qué pasará con el ingreso del liberalismo oficial que no lo acompañó en ninguna de las dos vueltas y que pretenderá ingresar al gabinete ministerial? ¿Igual con el partido conservador tradicional que tampoco lo acompañó en el trasegar de una ardua campaña electoral?
Si ingresan al gabinete habrá malestar en el seno de las agrupaciones alternativas.
Está por verse cómo se aplicará e implementará la ley 1821 del año 2016 que acabó con la excepcionalidad para los ministros que sobrepasan la edad de retiro forzoso.
El valioso y meritorio triunfo de Gustavo Petro permitirá practicar una serie de políticas públicas negadas a los sectores excluidos, no practicadas por la orientación con énfasis en el neoliberalismo de los gobiernos en Colombia desde 1991.
Petro ha dicho en varias ocasiones que la Constitución contiene un programa por cumplirse en la carta de derechos. En efecto, los derechos humanos (vulnerados), los derechos sociales (inestrenados) y los derechos ambientales (alterados), son toda una tarea por realizar en un altísimo porcentaje.
Esta carta constitucional en lo antropocéntrico y biocéntríco (o sea alrededor de las personas y la naturaleza), si se cumple mejora la calidad de vida de todos. Ello ligado a la agenda de los ODS de la ONU, que incluye solucionar el hambre, proporcionar salud con cobertura, adecuarse al cambio climático, etc, incluyendo los 17 objetivos de esa agenda de París COP 2015, para redactar el Plan de Desarrollo, con esos mandatos constitucionales y del tratado multilateral que es una agenda hasta el año 2030, más las propuestas del programa presentado por el Pacto Histórico, Colombia tendrá un cambio de rumbo, sin cambiar de raíz la estructura del Estado, que como campaña negativa le hicieron los adversarios con actitud torva para que no ganara la Presidencia.
El Acuerdo Nacional en evolución puede desconfigurar el sentido del Pacto Histórico, si lo dejan confundir con la coalición de bancadas en el Congreso y si los miembros del bipartidismo empiezan con las cuotas y canjes de siempre y el chantaje de siempre, pretendiendo un Frente Nacional ampliado, regresamos a lo mismo de siempre, el convivialismo desde La Regeneración (1886-1904), el Republicanismo(1904-1930) y el Frente Nacional(1958-1974), más el postfrente (1974-1990), y la milimetria bipartidista, desencantando a los votantes del 19 de junio de 2022. Creo que el presidente electo se está excediendo en magnanimidad para no asustar a los colombianos, está abriendo demasiado las compuertas para organizar la coalición en el Congreso con exceso de mayorías innecesarias.
Comparemos con las coaliciones en los sistemas parlamentarios. Allí no se elige al presidente en las urnas como en el sistema presidencial.
La ciudadanía vota por los miembros del parlamento en sus dos cámaras. Y una vez elegido éste, se procede luego a elegir internamente al presidente o al primer ministro (depende) si el partido mayoritario tiene la mayoría de los escaños lo elige su mismo partido y hacen un Gobierno de Partido, sino obtuvieron la mayoría de los escaños, proceden a armar las coaliciones con un partido afín ideológicamente o con minorías regionales afines.
Y no se exceden en los votos que necesitan para aprobar las leyes. Así fue, por ejemplo, en España 2019 para elegir a Pedro Sánchez, el PSOE se alió con Podemos liderado con Pablo Iglesias y unas minorías con el PNV de la región vasca, el PDCAT de Cataluña y otras minorías como la de Canarias. Así le ganaron al PP (Partido Popular), a VOX y al partido CIUDADANOS de Albert Rivera e Inés Arrimadas; o sea, a las tres derechas. Sánchez no buscó tener todo el Parlamento a su lado.
Hay que recordar siempre lo reseñado por varios críticos de la política conciliadora de Salvador Allende por calmar a las derechas , fueron los mismos que él dejó acercar los que promovieron el paro camionero que paralizó el país antes del golpe de Estado y los que promovieron la intervención de la ITT.
Mayorías para la gobernabilidad que han brotado por traslados o saltos mecánicos de congresistas buscando la supervivencia, desconociendo las jefaturas nacionales (de Omar Yepes o de César Gaviria), respecto a los partidos a los que pertenecen, más que por acuerdos previos que lo buscan a título personal, o ello esperan.
El exceso de políticos elegidos dentro de la coalición congresional se puede volver un corsé para impulsar las reformas y el propio entrampamiento del presidente electo.
A Gustavo Petro le ha tocado revestirse de un discurso para desasustar a la mitad del electorado, ante el grado de derechización de la sociedad (que se patentó con el resultado de los 12 millones por Rodolfo Hernández, sin partido y sin ideología), ante la necesidad de tranquilizarlos por todas las especies, bulos y mentiras que se regaron contra él; entonces ha remozado su discurso social/progresista, con el manto del capitalismo productivo, acudiendo a los conceptos de Mariana Mazzucatto, de Piketty y otros economistas modernos despojándose de la misma terminología del socialismo progresista y usando expresiones polivalentes. Prácticamente está acudiendo a los socialistas utópicos del siglo XIX pre-marxistas, o sea a Saint Simon, Fourier, Cabet y Owen.
Gustavo Petro, ante los retos de una intensa actividad y en el devenir de esta campaña 2022, resultó usando cuatro formas de coaligarse y una invitación previa al centro político de izquierda, en mayo del 2020, paralelo al llamado que hizo Humberto de la Calle. Luego acudió a esas formas.
1) La consulta interna interpartidista para seleccionar el candidato entre afines, con Francia Márquez, Luis Fernando Velasco, Roy Barreras, el Pastor evangélico Camilo Romero, la guajira Arelys.
2) Creó el Pacto Histórico, una confluencia de fuerzas de izquierda y de movimientos alternativos para impulsar la candidatura de cara a la elección presidencial.
3) Una vez elegido, animó la coalición dentro del Congreso para lograr gobernabilidad y poder tramitar los proyectos de ley.
4) El Acuerdo Nacional, para adelantar diálogos regionales, conocer especificidades de los departamentos y reestructurar la paz diluida.