Raúl Ruiz.- En mi trayectoria como docente, he impartido muchas cátedras, pero una en especial viene a cuento en esta ocasión. Impartí en la carrera de Relaciones Internacionales de la UACH, campus Ciudad Juárez, Protocolo Diplomático.
Muchos de mis alumnos recuerdan el curso, pero en especial una clase que les cambió la vida por completo. Y fue la clase de Etiqueta. Ellos podrán confirmar este comentario, que abre el tema de mi trabajo de hoy.
En aquel curso, obviamente necesitábamos saber qué es un protocolo en materia diplomática y descubrimos que son toda suerte de reglas de formalidad que rigen los actos y ceremonias oficiales entre los países del orbe. Por extensión, para la etiqueta, conjunto de reglas de cortesía que se siguen en las relaciones sociales y que han sido establecidas por costumbre.
De esta premisa, parte prácticamente el abanico de instrumentos para implementar diversos sistemas. Reglas por escrito que conllevan acciones a seguir para la consecución de un plan determinado.
Si nos ponemos a observar con detenimiento, las sociedades en todo el mundo se rigen por protocolos que le dan dirección a las acciones de gobierno, educativas, deportivas, de salud, etcétera.
Entendidos ya sobre el tema de los protocolos y enfrascados literalmente en un confinamiento que deteriora salud y economía, la gente comienza a desesperarse, pues los ahorros se terminan y las deudas aumentan.
En la frontera norte de México, la presión de la industria maquiladora y en general del sector empresarial, por retornar a las actividades productivas, es cada vez mayor. Se sabe de un grupo de empresarios juarenses que están presentando un plan de trabajo ante el gobierno federal para el reinicio de operaciones. Una idea que, en su esencia, calificó el doctor Alejandro Díaz, como Task Force.
Sin embargo, de poco servirá la propuesta si no se acompaña de un protocolo integral, que no solo evalúe las medidas de sanidad que protejan a empleados del sector durante la emergencia sanitaria por el coronavirus SARS-CoV2, que causa la enfermedad Covid-19, sino un plan completo cuyo objetivo central sea el cuidar la salud e integridad física de los empleados de las maquiladoras.
Un plan integral de estrictas políticas de sanidad a implementarse en las plantas. Un proceso congruente con el ISO 22301 que dé certeza a los empleados que reanudarán sus trabajos en estos aciagos días de pandemia. Práctica constante de protección al trabajador, hasta reducir al mínimo cualquier riesgo de contagio para ellos y sus familias.
Es imperativo, crear un modelo que garantice el cumplimiento y logro de los objetivos para la reactivación de la producción en la industria maquiladora, minimizando los riesgos de contagio.
Un modelo que comprenda herramientas, procedimientos y programas complejos y bien estructurados, orientados al logro de los objetivos de reinicio de actividades, pero con certeza para el trabajador.
Es menester que las empresas, reacomoden sus departamentos, unidades o divisiones encargadas del desarrollo de sus estructuras laborales a partir de su capital humano e interacción y apego a políticas, procesos y procedimientos definidos para la consecución de las nuevas tareas.
Por lo que es de vital importancia que la implementación de cualquier plan de acción en una organización, sea cual sea el giro y el tamaño de la misma, garantice, insisto, la seguridad al empleado.
Es la fuerza de trabajo la que activa la economía. Si no se protege, todo se derrumba.