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Primero los pobres, porque los pobres son más leales

Aída María Holguín Baeza.- Corría el último año del siglo XX cuando AMLO comenzó a usar la frase “primero los pobres” como parte esencial de su maquiavélica estrategia política.

Eso de que “primero los pobres” es -y siempre ha sido-, para AMLO, una estrategia en donde el fin justifica los medios: los medios, lucrar con la pobreza y explotar electoralmente a los pobres; el fin, acceder y mantenerse en las posiciones del poder político y público.

Ahora, cínicamente -tal cual es-, el presidente Andrés Manuel López Obrador reitera que “los pobres son más leales” y por eso la transformación del país se realiza con los más necesitados. Digo “reitera” porque durante “la mañanera” del pasado 10 de noviembre aconsejó a los jóvenes que se quieren dedicar a la política que tengan en cuenta que “el pueblo pobre es el más leal” y por eso hay que atenderlo como se merece.

Claro que hay que atender el problema de la pobreza como prioridad nacional; es decir, como un asunto de interés público que debe ser política prioritaria del Estado. El detalle es que el presidente López Obrador no lo hace pensando en garantizar y mantener el bienestar de todos los mexicanos, sino pensando en garantizar y mantener su posición en el poder.

Quesque es por humanismo y amor al prójimo, por sus convicciones políticas de carácter humanitario, que AMLO se entrega y apoya a los pobres. Eso es lo que quiere hacer creer, pero lo cierto es que su “sincera y bondadosa” entrega no es por humanismo ni por humanitarismo ni por amor verdadero al prójimo, sino por su política de romantizar la pobreza con fines políticos electorales.

AMLO usa la pobreza como bandera y trampolín político. La lealtad de los pobres lo ha llevado a estar donde está y a hacer lo que hace, por eso ha multiplicado el número de pobres (El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica, diría Mariano Grondona).

Lo peor del caso es que a muchos (pobres y no pobres) no les cae el 20 de que lo hace López Obrador en nombre de la 4T es igual a lo hecho por Hugo Chávez y el régimen chavista en Venezuela, como lo señalado por Ángel Álvarez: el Gobierno emplea las acciones y programas sociales no para acabar con los pobres, sino para “empoderarlos” con mecanismos que usa el Gobierno para mantener la lealtad de los pobres. “Solo si eres pobre y dependes de lo que lo que el Estado-partido te asigne, tienes necesariamente que ser leal. Si no eres pobre, si el programa redujera tu pobreza, reduciría tu dependencia, y sería contrario al plan de generar lealtades permanentes que garanticen la continuidad” de la transformación.

A modo de resumen, concluyo parafraseando lo dicho por el político, economista y empresario venezolano Pedro Carmona Estanga: Estamos en manos de un régimen que no resuelve los problemas estructurales de la pobreza, sino que necesita de los pobres para hacerlos depender de las limosnas de un Estado que afirma que los pobres son más leales, cuando en realidad lo que son es miserables. Y como aditamento, golpea con odio a la clase media mientras intenta llevarla a la pauperización.

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