Inicio ENFOQUES Y PERCEPCIONES ¿Por qué es tan complejo desarticular una dictadura?

¿Por qué es tan complejo desarticular una dictadura?

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- Derrotadas las fuerzas represivas de un régimen autoritario en cualquier país, es de suponer, que instaurar un orden innovador de gobierno es una tarea relativamente sencilla. Cabe pensar que una población rescatada de sus opresores estará dispuesta a adoptar una opción democrática donde se le garanticen amplias libertades, además, de vivir en justicia, bienestar y prosperidad (entre otras prerrogativas). Sin embargo, hay factores de índole interno y externo que obstaculizan la concreción de esos escenarios. Aquí mencionamos algunos de ellos:

Los ciudadanos no son un todo uniforme: Hay que considerar que la ciudadanía no es una entidad homogénea en cuanto a posturas ideológicas o simpatías hacia los modelos de gobernanza estatal. Las tiranías gozan de seguidores (encontrándose en este conjunto personas intelectuales, militares, comerciantes, profesionales, amas de casa, obreros, entre otros) que se resistirán a su declive.

Los totalitarismos, por lo general, no se establecen de la noche a la mañana: Los abusos de poder, además del desmontaje de las instituciones con la facultad de contener a los mandatarios y sus acompañantes, se van ejecutando paulatinamente y aumentando de intensidad gradualmente. Para los civiles, muchas acciones injustas terminan siendo normalizadas, concibiéndose como parte de la cotidianidad, por lo que ya no se oponen a dichos excesos.

Costumbres (muy ligado al tema precedente): El cambio implica riesgos e incertidumbres, cuando los connacionales se acostumbran a funcionar de cierta manera, especialmente los que más tiempo llevan actuando así, son más renuentes a experimentar alteraciones en sus modos de existencia. Por ello, se resisten a estas transformaciones, sobre todo si en el pasado las mismas le han significado transitar por procesos traumáticos que los empujaron al punto en el que se encuentran.

Dependencia y sumisión: Estos gobernantes se constituyen como el centro en torno al cual orbite todo el comportamiento de sus gobernados; impulsando, en buena medida, políticas populistas y asistencialistas (subsidios, bonos, dádivas, exoneraciones y más). Eliminan toda alternativa de disidencia económica, atacando al sector privado (bien sea reduciéndolo a su mínima expresión o suprimiéndolo). También controlan los servicios públicos y el rubro de alimentos como vías de disuasión, proveyendo de ellos a quienes se ajusten a su voluntad y restringiéndolos a las comunidades que no se plieguen a sus mandatos (cortes de energía eléctrica y/o gas, interrupción del suministro de agua, desabastecimiento de comida, etc.). Por ello, muchos se vuelven subordinados a estos.

Jornadas Electorales Amañadas:  Para dar una apariencia de respeto a la intención popular del voto y de ser demócratas, promueven elecciones donde los resultados ya están determinados según su conveniencia. Inclusive, permitiendo que sus “opositores” ganen ciertos bastiones que no significan amenazas reales a su absolutismo.

Siempre hay favorecidos: Por muy controvertible que se defina una presidencia, alguien se beneficiará de esta y procurará sostenerla para prolongar su fortuna al máximo.

Adoctrinamiento: Toda autoridad, sea de derecha o de izquierda, intenta legitimarse a través de la educación.  En tal sentido, introducen en el discurso académico formal ideas e interpretaciones de la realidad que los ayuden a justificar sus procedimientos frente a la colectividad, que los defiendan ante probables agresiones y que generen temor a un posible caos en la eventualidad de ser derrocados.

Fundamentados en la historia: Se autoperciben como una respuesta histórica de cara a un mundo caótico en el que se presentan como los salvadores del “pueblo”, aunque, por su “felicidad”, tengan que someterlo con violencia. Lo anterior, advirtiendo que si desaparecen volverán las aterradoras circunstancias que motivaron su ascenso.

Apoyos foráneos: En la época contemporánea las grandes potencias internacionales buscan mantener aliados que les faciliten tener ventajas en la geopolítica mundial. No importa que sean déspotas con su gente. Los sufrimientos de los pobladores y las carencias a las que son expuestos por sus dirigentes, en estos lugares, pasan a un segundo o tercer plano con tal de estar por delante de sus contendientes. Por ello, los derechos humanos son exaltados en la teoría, pero en la práctica son ignorados.

Desencanto con la democracia: A pesar de que se vende como uno de los estilos de coexistencia sociopolítica preferibles, diversos grupos, por largos períodos, han sido excluidos de sistemas representativos que se decían orientados a las masas. Por esta razón, les resulta indistinto la forma en la cual se conduzcan los destinos de sus naciones.

Propaganda Oficial: Los Estados implementan estrategias propagandísticas para promover, al interior y al exterior de sus países, su “verdad”. Las autocracias persiguen o cierran medios noticiosos por ofrecer lecturas diferentes a sus versiones.

Intereses personales: Los miembros de una dictadura, con frecuencia, se granjean cuantiosos enemigos; por lo tanto, saben que de caer la misma están en juego su patrimonio, su libertad e incluso su vida y la de sus allegados. Por ello, se jugarán todo para evitar que su régimen se desplome.

De acuerdo a lo indicado, sustituir una administración por otra, aunque la que venga se asuma como mejor, no es algo simple. Los artífices de estas modificaciones tienen que afrontar los vicios y las viejas usanzas, así como a esa porción de la sociedad que añora la época a reemplazarse.