Inicio Versus PÍO V FUMIGADOR

PÍO V FUMIGADOR

Barrera de Sol

Por Manolo de la Laguna .- Así como López Gatell no ha podido aplanar la curva del coronavirus, tampoco nosotros hemos podido aplanar la panza, porque las comidas familiares siguen a la orden del día y no podemos desairar a los hijos, a los nietos y demás; ahorita estamos como chinchitas, veremos a ver qué sale.

Por los años 40’s del siglo “pasao”, en Torreón, Coahuila, la mayor tienda comercial de abarrotes y ropa, tenía como parte de su publicidad a “Pio V Fumigador”, en clara alusión a los pilotos que año con año fumigaban, los bastos campos de algodón, de toda la hermosa Comarca Lagunera y remataba la publicidad: El que compra en La Soriana, siempre gana. Ya ha llovido.

El Pío V al que nos vamos a referir en este tema, nada tiene que ver con “Pio V Fumigador” ni con el impío del Pío López Obrador, hermano de… ustedes ya saben quién, sino a otro Pío muy distinto, pues era fraile dominico y que gracias a su hábito, se debe a que los papas usen blancas ropas talares.

Este hombre, italiano de origen, tuvo por nombre Antonio Michele Ghislieri y cuando fue electo Papa, usó como nombre de batalla el de Pío V, Papa que, como todo mortal, tuvo sus aciertos y sus yerros, pero si algún animalista de los de hoy nos leé, le dará mucho gusto enterarse de lo que a continuación vamos a escribir.

Pío V, en cuanto tuvo el poder Papal entre las primeras cosas que le ocurrieron, fue la de suspender a través de su bula “Salutis gregis Dominici”, las corridas de toros, excomulgando a los aficionados que asistieran a este espectáculo del demonio, prohibiéndoles también a los clérigos fueran a las corridas de toros, bajo pena de excomunión y anatema.

La prohibición, según Pío V, se debió a una petición que le hicieran un distinguido grupo de españoles (y todavía no había animalistas), agregando en su bula “er” Papa, que si alguien moría en el festejo, la sepultura eclesiástica, también le sería negada, por lo que los aficionados a la más bella de todas las fiestas, dejaron de presenciar su espectáculo favorito, para no irse al infierno.

Ahora, nuevamente la fiesta brava está suspendida pero no por órdenes del Papa Francisco, sino por una pandemia, extrañándonos que no obstante la invitación a quedarnos en casa y respetar a la señora Susana Distancia, en algunas plazas de segunda y de tercera categoría en España, ya se están dando corridas de toros al 50 por ciento del aforo, sin saber si los empresarios sacan los gastos de la papeleta. Así que ánimo, valor y miedo. Vale.